En la práctica serían necesarias dos fuentes de luz, una para el rostro y otra para el maquillaje, pero eso no es posible.
Una de las soluciones es el beauty dish. Se trata de una parábola capaz de proporcionar una luz gran angular, con un amplio campo de iluminación. Lo que caracteriza al beauty dish es que cuenta con una superficie semiesférica reflectante (del lado de la fuente luminosa) que impide a la luz alcanzar directamente al sujeto.
Así, la luz de la lámpara es reflejada por la superficie frontal y es desviada a la parábola, que a su vez la refleja hasta el sujeto.
El resultado es una luz que mantiene muchas de las características de direccionalidad y de vivacidad de los iluminadores de luz directa, pero al mismo tiempo ofrece resultados con sombras suaves pero capaces de resaltar el maquillaje.
Este tipo de iluminación exige que la modelo tenga una piel perfecta, pues tiende a resaltar las texturas y, por lo tanto, las posibles imperfecciones. Por esta razón, no todas las modelos pueden posar para los fotógrafos de belleza.
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