En realidad, ésta es una pared artificial construida en los años 60 para intentar retener las aguas que bajaban de las partes más altas de la Caldera. El alto contenido mineral de ese agua, hizo el resto para teñirla como hoy en día podemos verla. Como a dos kilómetros pared arriba, está la primera cascada de colores, totalmente natural y de unos 8 metros de altura. De difícil acceso y poco recomendado si no se va preparado y con personas que conozcan el lugar.
Ese color amarillo-anaranjado de las rocas por las que discurre el caudal de la cascada, se debe al alto contenido en hierro, tiñéndolas con un color muy intenso y característico, que metros antes de llegar a la misma, ya te indican que te estás acercando a éste mágico lugar. Si das un sorbo al agua que sale de la cascada, puedes notar al instante ese sabor ferroso.
Si vais a la isla de La Palma, éste es uno de los lugares que te sorprenderán. Eso sí, prepárate para caminar unos kilómetros…
Vicente R. Bosch Fotografía
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