Vale. Por fin la he visto. He aprovechado este pequeño parón de Semana Santa para, entre otras cosas, ir al cine y ver una de las películas mejor valoradas del momento, Ready Player One. ¿Es tan buena como dicen?
Ready Player One es la nueva película de ciencia-ficción del director Steven Spielberg, donde Wade Watts, un adolescente que, al igual que el resto de la población mundial, pasa la mayor parte de su tiempo enfrascado en Oasis. Un mundo virtual en el que todo es posible: el lugar ideal para escapar de una realidad triste y anodina que se acerca al colapso de manera irremediable.
Todo cambia el día que el creador de Oasis muere, dejando el destino de su multimillonaria creación en manos de aquel que consiga las 3 llaves capaces de desbloquear el huevo de pascua definitivo. ¿Será Wade capaz de llevar a cabo semejante hazaña?
Me gustaría comenzar aclarando que he salido medianamente satisfecho de la sala. Esperaba bastante poco de RPO y lo cierto es que me ha sorprendido gratamente. Hay algunos momentos en los que el ritmo del metraje decae, pero por lo general siempre estas expectante de qué será lo que vendrá después.
Esto viene principalmente motivado por el increíble uso de la nostalgia que se hace a lo largo de toda la película. Cada fotograma, cada escena, están plagados de referencias a comics, videojuegos, anime y películas de los 70, 80 y 90.
Simplemente con la primera escena de la carrera de coches ya tienes para elaborar una lista de no menos de 20 páginas: el Delorean de Parzival Wade Watts-, la moto de Kaneda en Akira que maneja Art3mis, el batmovil de la serie de Adam West, King Kong, el T-Rex de Jurassic Park, etc. Imposible quedarse con todo sin parar frame por frame la secuencia completa.
Otro de los aspectos que deberíamos comentar es el del villano. En este caso tenemos a IOI, una especie de mega corporación cuyo único objetivo es hacerse con el control de Oasis, y para ello no dudará en matar y pasar por encima de quien haga falta. Resulta divertido encontrarse con un malo tan caricaturesco como Sorrento, el CEO de IOI: todo un patán de tomo y lomo, con un avatar que recuerda sospechosamente a cierto periodista del Daily Planet. Os lo dice el tito Spielberg, amigos: el corporativismo está mal y está feo. Huid de las grandes corporaciones.
En definitiva, estamos ante una gran película que sin duda olvidaremos a los pocos días, pero por lo menos podemos decir que está hecha con oficio y cariño. Por cierto, por un señor que tiene ya sus 71 años, con un resultado probablemente muy superior a lo que hubiéramos podido esperarnos del director indie o millenial de turno.
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