El pasado sábado fui al Metromall de Tegucigalpa porque tenía muchas ganas de tirarme en una cama inflable gigante que pusieron.
Al llegar me di cuenta que habían varias plataformas desde donde me podía tirar. La primera estaba a 4 metros de altura, la segunda a seis y la tercera a ocho metros de altura. Claro, no podía ser de otra forma y me tiré desde la más alta.
Recuerdo que mi esposa grabó un video en snapchat mientras me preguntaba si yo sentía miedo y le dije de forma muy sincera que no, que no sentía nada de miedo. Al llegar a lo más alto y ver para hacia abajo dice: Upa, es si está alto, espero que el colchón logre amortiguar bien mi caída.
Al tirarme, pues hombre, no creí que iba a caer en algodón de azúcar o en un verdadero colchón gigante, pero tampoco esperé que al rebotar iba a darme, como decimos los catrachos, un porrazo en todo el costado izquierdo de mi cuerpo, y cómo no, si caí sobre un durísimo nylon.
Gracias a Dios que paso haciendo pesas en el gimnasio, porque no quiero imaginar cómo sintió la caída la gente que no está acostumbrada a hacer ejercicio.
Tirarse fue muy divertido, pero doloroso.
Después mi esposa me confesó que ella no quiso tirarse porque le daba un poco de miedo debido a que todos los conocidos de ella que se habían tirado se lastimaron de una u otra forma.
Les comparto el video que subí a mi cuenta de instagram, aunque no se aprecia la gran cosa, sólo mi salto del ángel.
A video posted by Hugo Chinchilla Hurst (@hugochinchillahurst) on
Saludos.
Fuente: este post proviene de Blog de hugochinchilla, donde puedes consultar el contenido original.
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