En 1991 el New York Times publicó un artículo que predecía la inminente aparición de un lector de libros electrónico, a manera de respuestas a la publicación el autor recibió comentarios de enojo, frustración y preocupación, una de los que más llamaron la atención fue el de una persona que se mostraba intranquila al afirmar que un lector así no podría ser ocupado en el baño.
Un cuarto de siglo después parece que estos dispositivos llegaron para quedarse.
La investigación
Según un reciente estudio realizado por Naomi Baron, profesor de la American University, los estudiantes prefieren los libros físicos por sobre los lectores de libros electrónicos.Para llevar a cabo el estudio se encuestó a 300 estudiantes universitarios ubicados en los Estados Unidos, Japón, Alemania y Eslovaquia sobre sus preferencias de lectura.
Cuando llego el momento de elegir entre los libros tradicionales y los dispositivos electrónicos, 92% de los estudiantes dijeron concentrarse mejor cuando consultan libros en físico.
En una entrevista de Baron para New Republic menciona que:
En el proceso de lectura existen componentes físicos, táctiles y kinestésicos. En los datos recopilados en Eslovaquia, cuando pregunté a los estudiantes que era lo que les gustaba más de leer libros en físico uno de cada 10 habló del olor de los mismos.
Y es que poseer uno de estos dispositivos no significa que los usuarios disfruten del todo la experiencia de leer en ellos.
Como dato curioso, cuando se preguntó a los estudiantes que era lo que menos les gustaba de los formatos digitales, muchos coincidieron en que se carece de la satisfacción de progreso que sólo se obtiene al mirar y tocar las página que ya has leído.
Claro, el formato electrónico te permite saber en todo momento el porcentaje o número de páginas que has leído y las que te faltan, pero se trata de una sensación completamente diferente y por lo visto, menos satisfactoria.
A pesar del contexto es conveniente resaltar un resultado: cuando se trata de la comprensión de los textos no se encontró ninguna diferencia significativa entre libros físicos y formatos electrónicos.
Al final se trata simplemente de una cuestión de preferencias.
Fuente: este post proviene de Cristian Monroy, donde puedes consultar el contenido original.
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