El corazón de la cucaracha
Se le quemó adentro el corazón.
(...)
Tic. Tac. Tic. Tac.
Tic. Tac.
Se prendió fuego al fuego con una lágrima mojada y salada, encendió el llanto, el íntimo, y se le ahogó el corazón entero en uno de esos amores residuales. Esos que se apagan cuando todo se enciende. Todo lo encienden y lo queman. Lo poco y lo mucho de lo poco que todavía ella tenía.
(...)
Tic. Tac, y no se escuchó más. Luciana Salvador Serradell