Me acaba de ocurrir algo bastante gracioso, aunque también podría haber sido el trastazo de mi vida, o al menos del año.
No sabemos lo peligroso que puede resultar vender algo mediante Internet si caemos en manos malintencionadas cuando negociamos el producto.
Hoy os mostraré un claro ejemplo del que personalmente llamo: “el timo del extranjero”.
Estoy vendiendo mi equipo fotográfico a través de diferentes tablones de anuncios. Estoy acostumbrado a recibir mensajes fraudulentos vía e-mail, o desde el propio chat de alguna aplicación, pero esta vez ha ido a más. Me hablaron mediante WhatsApp.
Acostumbrado a ver ciertos mensajes, con solo ver el número ya me imaginaba de qué iba a tratar la historia, aún así le di una oportunidad, pero se le veía bien rápido el plumero desde el momento en que no me dijo el artículo exacto por el que estaba interesado.
Estaba hablando con un amigo a la vez, y me comentaba que había puesto el fondo de pantalla de su PC de estudiante en mi honor.
No pude contenerme, así que le di un poco de su propia medicina a este bot, que se llevó la trolleada del día.
Como veis, el objetivo de este bot es conseguir mis datos personales. Con eso podría hacer cargos a mi nombre, y yo me quedaría con toda la cara del monstruo de los goonies.
Por suerte esta vez no me la colaron, pero si llegamos a ofrecer nuestros datos a estos maleantes… probablemente me habrían dejado la cuenta en números rojos.
Dejo la conversación que mantuve con este bot:
Quieras que no yo me lo he pasado bastante bien pensando que podría haber alguien detrás de ese teléfono, pero la conversación demuestra lo contrario.
Así que ya sabéis… ¡Cuidado!, Internet no es un lugar seguro.