Nos preguntamos... ¿qué se mostraría en las mismas fotos si fueran en su lugar tomadas por personas corrientes que fueron directamente afectadas por el desastre?
El japonés Aichi Hirano buscó la respuesta a esta pregunta distribuyendo 50 cámaras desechables a los supervivientes en varios refugios de la zona con una nota en la que se podía leer:
Por favor, tome fotografías de cosas que vea con sus propios ojos, cosas que quiera grabar, recordar, gente allegada, sus seres queridos, cosas que desee mostrar... por favor, hágalo con total libertad. Y, por favor, disfrute el proceso si le es posible, aunque tan solo sea un poquito.
Hirano realizó la experiencia muy poco después del desastre y la repitió dos meses después.