y es cuando me desangras
te alejas sin pedirlo,
te alimentas sin agradecerlo,
y me dejás vacía.
Extraño las tardes del cordero,
cuando te acercabas con cautela,
cuando tu voracidad,
aún no saciada,
me dejaba respirar.
Hoy asechas mi carne,
expuesta a tú voraz
instinto...
Después que comas,
lamerás y roerás los huesos.
No dejes nada,
ni trozos de carne,
ni charcos que salpiquen sangre,
ni astillas de huesos.
Por eso,
todo en vos,
sabe a placer a destiempo.
Tania Jiménez Penha
Fuente: este post proviene de Blog de lavidadeotros, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: