Por derecho eras para mí. Tan para mi como mi oreja derecha y el sabor a limón cuando me entra. Cuando lo trago. Como las ganas de no contarte mucho ahora que no somos nada y esas líneas que se me dibujan aquí por eso de que ya llevamos años, uno cuantos dando vueltas sin querer coincidir. Por derecho eras para mí. Tan así como las ganas de que suceda lo que no está planeado cuando hacemos todo lo que queremos.
Por derecho eras para mí. Como mis dedos. Mis brazos. Mi columna. Mi ombligo. Mis piernas y mis pies. Tan mío que me olvidé de que yo no soy de nadie y me dejaste ir, es lo que jamás le dijo Marta al oído cuando nunca se encontraron.
Luciana Salvador Serradell