En sus manos tan descuidadas,
fuiste como arena inquieta,
que cae serena hacia la nada.
Como una pantera te avistaba.
Sin tú percibirlo me arrancaba
el retal de mi alma que dominabas.
Deseo ignorado y maldecido,
jamás volverás a mi camino.
Marchita la rosa carmesí,
que ni tú ni yo dejamos vivir.
Aléjate viento y no me llames,
nada de lo que hagas sirve.
Domina aquel anhelo.
¿Para qué sigues aquí?Pe Araque
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