Al surgir una iniciativa, es preciso hacer una evaluación preliminar: ¿Qué necesidad resuelve o qué oportunidad aprovecha? ¿Qué opinan quienes tienen un conocimiento más profundo de este tipo de proyectos? ¿Qué reacción tienen algunos clientes potenciales al plantearles la intención? ¿Vemos la idea clara en nuestra "pantalla mental" y nos genera pasión? En ocasiones, escribir un párrafo sobre el proyecto y repasarlo varias veces durante semana permitirá constatar si el entusiasmo crece. Si la propuesta supera ese período, entonces es el momento de hacer un análisis más minucioso, hasta plasmarla incluso, en un plan de negocio.
Es común que el miedo se entrometa en el camino; lo cual no es del todo malo. Las dudas de la capacidad de ejecutar la idea, el abandonar la zona de comodidad, la aprehensión al riesgo y la tradición familiar, pueden ser fuentes del miedo. "Nunca he emprendido algo con éxito," dicen los que padecen de creencias limitantes. "Si fallo, toda mi vida será un caos," agregan los prisioneros de sus exageraciones. Ante todo esto, es bueno preguntarse: ¿Qué es lo peor, realmente, que podría suceder? Entonces, cuanto más se profundice en el análisis, será posible que surja una emoción tan fuerte por ir adelante, que el miedo es enviado de vacaciones. Desdichadamente, hay ideas que se truncan no por falta de recursos, sino por excesos de temores, a veces infundados y por escuchar demasiado a los aniquiladores del progreso.
La búsqueda de excesiva seguridad adormece el espíritu innovador y el crecimiento en bienestar. Si hay temor, se puede iniciar con algo pequeño para clientes cercanos, que se encargarán de divulgar su complacencia a quienes están más lejos. El miedo no es rentable. En todo caso, tal como el comediante y actor, George Burns decía, es mejor fallar en algo que se ama, a tener éxito en algo que se odia.
El estancamiento es peligroso. Puede convertirse en ignorancia en aumento, la cual, junto al "si hubiera" salen carísimos. Por eso, hay que estar siempre preparados y no permitir que el miedo nos impida llegar temprano a la cita con la prosperidad. La actitud reflexiva y el constante aprendizaje son cualidades de las personas que saben que, como afirmó Benjamin Franklin: "si vacías tus bolsillos para llenar tu mente, ésta se encargará de llenar tus bolsillos."
La fuente es del Phd German Retana, Profesor de Maestria
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