Clubhouse ha irrumpido con la estrategia perfecta para terminar popularizándose: de momento solo está disponible a través de invitaciones y para usuarios de Iphone, lo que sucede en ella no se archiva y por tanto no se distribuye en otras redes sociales y ha puesto en el centro algo que ahora mismo parece crucial: las ganas de hablar y escucharnos que la pandemia parece habernos dejado.
Los datos lo corroboran: más de 1 millón de descargas a final de año (de un total de más de 5 millones de descargas desde su creación). La aplicación creada por Paul Davison y Rohan Seth se basa en un proyecto fallido que estaba destinado a crear podcasts. Lanzada en Mayo de 2020 en plena pandemia, Clubhouse está pensada para recoger conversaciones de voz entre una o varias personas.
Como comenta Fabio Rodriguez de Xataka, Clubhouse entra de lleno en las redes sociales que prometen explorar “la revolución pendiente: la del audio”. Hasta el momento las redes que se han instalado en nuestro ecosistema mediático digital estaban basadas en el texto o en la imagen. Después del renacimiento del podcast y con un 2020 que nos dejó un auge del formato, esta red social parece querer combinar ambas cuestiones: una app que prioriza la voz pero que no es exclusivamente para quienes quieren llevar a cabo un podcast.
Clubhouse tiene otras características además de la centralidad de la voz hablada. Como en otras redes sociales, puede seguir o te siguen. La clave de su funcionamiento está en las salas (aún por traducir, quizás se llamen habitaciones o canales): espacios creados por usuarios (moderators) donde se pone un tema como título y una o varias personas (speakers) conversan sobre un tema para a una audiencia (listeners).
Una de las claves del funcionamiento de esas conversaciones es que las personas que han iniciado abierto una sala (las que moderan), tienen la capacidad de elevar a interviniente o ponente a personas que forman parte de la audiencia y que “levantan la mano” (la aplicación incluye esta característica). De esta forma, como si estuviéramos en una sala de conferencias asistiendo a una mesa redonda, alguien del público puede tomar la palabra e intervenir si así se le solicita desde la moderación.
Otra de las cuestiones llamativas hasta el momento en Clubhouse es que las conversaciones no se graban ni se archivan. Rescatando esta tendencia que iniciara hace un par de años Snapchat y que durante un tiempo siguió Instagram (hasta que se crearon los Destacados, donde se pueden guardar historias de Instagram a largo plazo) se recupera esta idea que de momento aumenta el halo de misticismo que existe sobre la aplicación y lo que en ella sucede.
Su popularización se ha visto multiplicada porque varias personas famosas como Elon Musk, Chris Rock, el cantante Drake o la presentadora Oprah Winfrey han comenzado a usar la app y porque tanto Facebook como Twitter han anunciado estar estudiando alternativas muy similares que compitan con Clubhouse.
La periodista especializada en tecnología y cultura de Internet del NY Times, Taylor Lorenz, compartía hace unos días un artículo en el que detalla uno de los principales retos que afronta la aplicación: la moderación. En el artículo se hablan de problemas ya experimentados en otras redes: racismo, machismo, antisemitismo, ideologías de extrema derecha, etc. Pero también, ¿cómo se puede corroborar algo que se acaba de decir sobre lo que no se aportan datos complementarios? ¿cómo rastrear conversaciones de voz efímera con mecanismos automatizados? Parece todo un reto para los algoritmos.
Al margen de estos debates, que a buen seguro acompañarán el crecimiento de la aplicación, ya comienzan a verse algunas tendencias con respecto a su uso y a posibles derivas creativas. La primera y más evidente está marcada por el sesgo con respecto a quién puede usar la aplicación. Además del hecho de que no todo el mundo puede permitirse un Iphone la sensación es que en la app hay muchos consultores, emprendedores y comunicadores huérfanos de congresos, talleres o espacios donde poner en práctica sus artes oratorias.
En España ya se ha creado una comunidad específica (habla.audio) y ha habido varias personas relevantes del ámbito de la cultura y el entretenimiento que se han animado a usarlo. Durante varios días, Luis Piedrahita o varias de las personas vinculadas a El Mundo Today han estado organizando conversaciones informales de lo más entretenidas y graciosas. Partidas de rol, sesiones de DJ, jugar a los detectives...las posibilidades parecen infinitas por el momento.
Durante mucho tiempo la tendencia en Internet parecía llevarnos hacia el consumo de pequeñas cápsulas de contenido cortas: los tuits de 140 caracteres o los vídeos de no más de 6 segundos parecían imponer un consumo cada vez más acelerado en el que la mayoría de teorías coincidían en una audiencia cada vez más fragmentada y dispersa, con poco tiempo para centrarse en un contenido largo. Pero no ha sido así.
En 2021 seguimos viendo series cuyas historias pueden llevarnos varios meses de consumo, escuchamos durante semanas podcast seriados, vemos directos de streamers o youtubers que pueden permanecer horas en pantalla y ahora comenzamos a experimentar nuevas formas de conversar y relacionarnos socialmente no basados en la inmediatez y la velocidad, esta vez a través de la palabra hablada. Un réquiem por los que odian las largas notas de voz de Whatsapp.
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