Si la palabra libertad se refiere a la facultad de los individuos de actuar o no actuar en función de su voluntad, el liberalismo económico se basa en cuestiones puntuales del mercado de consumo y en limitar la intervención reguladora estatal en estas relaciones comerciales.
Esta ideología cree, que si el Estado no interviene ni regula, se establece un mercado de competencia perfecta. Cree que al darle libertad a las cosas se garantiza la igualdad de condiciones.
Pero como todo lo que rodea a los seres humanos el liberalismo económico necesita de una estructura piramidal mínima.
Se debe de poner frenos en su justa medida y regular desde entes superiores, porque cuando aparece el egoísmo de los individuos ocurre eso que llámanos; las burbujas económicas financieras.
La primera conocida fue la crisis de los tulipanes en el año 1623 (para conocer que sucedió haz clic aquí). Un bulbo llegó a valer hasta 1000 florines neerlandeses, mucho más que el salario de un trabajador que era de 150 florines. Compraban los bulbos y antes de que naciera el tulipán lo vendían de forma especulativa por qué no paraba de subir el precio.
Cuando estalló la burbuja de los tulipanes mucha gente perdió sus viviendas para poder pagar la deuda con los acreedores.
Y ha habido muchas en base a la ideología de economía liberal. La burbuja expansiva y especulativa del crédito de los años 20 y el crack del 1929 en EEUU. La década perdida de la burbuja inmobiliaria japonesa en los años 90, en la que como la propiedad siempre había sido un bien escaso el precio de la tierra subió un 5000%. La burbuja de las Puntocom por la sobre valoración de las empresas en Internet…
Y todas ellas tienen en común el desarrollo material de algún elemento del mercado de consumo y la escasa intervención (o permisión) del Estado.
John Locke (1632-1704) señalado como unos de los padres del liberalismo económico y político dijo: “La libertad del hombre en sociedad consiste en no verse sometido más que al poder legislativo, establecido de común acuerdo en el Estado, y en no reconocer ninguna ley fuera de las creadas por ese poder”.
Entonces, ¿es el liberalismo económico y político generador de oportunidades reales si es controlado bajo unos mínimos por el Estado?.
En el equilibrio entre la regulación estatal y el empuje de las dinámica de mercado está la clave. En el supuesto del alquiler y tratándose de, por ejemplo un inmueble, el alquiler ha estado siempre regido y regulado por contratos de arrendamiento, que imponen derechos y deberes.
Desde tiempos ancestrales el alquiler ha sido intervenido por el Estado para, a grosso modo, establecer una garantía a ambas partes.
No es exagerado afirmar que el negocio del alquiler, en buena manera, ha estado siempre copado por los expertos y profesionales del sector. Si bien el mercado del alquiler inmobiliario siempre ha dado la impresión de operar de forma dinámica, en los últimos tiempos se ha hecho evidente un agotamiento en el modelo establecido para dar paso a las nuevas formas de hacer negocio a través de lo digital.
La suma de la libertad de las personas más la fluctuación del liberalismo económico a través de las plataformas de Internet han puesto en evidencia los modelos de negocios más tradicionales.
Facebook, Twitter o Whatsapp, por poner algunos ejemplos que usamos todos, se basan en el liberalismo económico, informativo y social. Sus fundamentos es ninguna intromisión en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena libertad de expresión.
Estos medios a través de su mezcla de componentes sociales + componentes económicos liberales permiten que la gente haga negocios e interceda en mercados que hasta la actualidad han estado bastante intervenidos o regulados, como puede ser el mercado del alquiler.
Y es aquí donde aparecen soluciones innovadoras como Trátalo, que a través de sus herramientas sociales propone que cualquier individuo haga economía aprovechando las posesiones que ya tiene.
Podría dar la impresión de caer en una contradicción buceando en su esencia, pero lo cierto que una manera de frenar el híper-consumo es aprovechar una de las palancas del mismo mercado como puede ser el propio liberalismo.
La regulación por parte de un ente superior bajo un marco de legalidad de esta libertad para realizar negocios alquilando tus posesiones es a lo que aún no hemos llegado, entre otras cosas, porque la tecnología va mucho más rápido que la legislación y la burocracia. Tampoco hay riesgo de burbuja porque más que una cuestión filosófica o ideológica es de tipo antropológica y social ya que por ahora no todo el mundo tiene la visión panorámica para profundizar en lo que aquí se propone.
Trátalo socializa y libera el negocio en torno al mercado del alquiler y proporciona la oportunidad de utilizar para hacer otro tipo de economía, más justa y más inteligente.
También es justo con nuestro entorno más inmediato.
La entrada se publicó primero en Trátalo.