Este es un pequeño homenaje a mi querida Noah, el hámster más adorable y simpático que he tenido jamás. No es ni de lejos comparable a acariciar su piel suavecita, pero por lo menos me alegro de tener recuerdos plasmados en fotografías, porque sólo ella era capaz de hacer que mis fotos parecieran mil veces más bonitas gracias a su mirada atenta y sus bigotes inquietos que escondían detrás a una criaturita más traviesa y simpática de lo que podéis imaginar.
Las tengo a buen recaudo, en algunas aún me miras fijamente.