El empresario, ¿nace?, ¿se hace?, ¿se puede llegar a ser el mejor a base de estudio?

Hace unos meses hablaba sobre la burbuja emprendedora: presentando el hacernos emprendedores como mejor solución y como mejor salida a la crisis de empleo. Esto ha suscitado y provocado que miles de empresas creadas en los últimos años se hayan abocado al fracaso por no existir una previa vocación, una previa cultura emprendedora.

¿Quiero decir con ello que sólo se puede emprender con la carrera de empresariales?, ¿debe ser la formación el primero de los requisitos a la hora de montar nuestra propia empresa? Como en todo, ni tan blanco ni tan negro: la vocación y sobre todo la ilusión importa tanto como la formación y el conocimiento sobre la materia, pero de lo que no cabe ninguna duda es que lo uno sin lo otro nos lleva a echar el cierre en un corto plazo.

Buscando la receta mágica del emprendedor

Lo primero para una buena base para la emprendeduría es que se aborde como una vía igual de válida que ganarnos la vida trabajando “para otros”. Emprender no es la única solución cuando no encontramos trabajo, o cuando no nos podemos dedicar a lo que queremos. Sí únicamente la abordamos de esta manera, lo que estaremos haciendo de entrada es “pagar” por tener una ocupación o peor aún, “pagar por nuestro hobby particular”. Hay que tener mucho cuidado con esto, porque muchas veces ese deseo nubla la realidad de lo que es tener una oportunidad real de mercado.

La emprendeduría por tanto se debe abordar como se aborda cualquier otro trabajo: una forma de conseguir nuestra estabilidad en base a nuestros conocimientos, actitudes y aptitudes con y para el trabajo.

Como tal, de igual forma que no se nos ocurriría presentarnos a una preselección en un puesto para ingeniero informático sin ideas de programación, conocimientos de montaje y desmontaje de hardware, etc., sería igual de absurdo y poco razonable abrir una tienda (física u online, donde más crecen este tipo de negocios) sin elaborar un pequeño plan financiero, una estrategia de marketing por más simple que sea, y sin ser capaces de prever dónde está nuestro público (identificarlo claramente) y por tanto, dónde están nuestras ganancias.

También puede ocurrir el escenario contrario: el emprendedor perfectamente formado que empeña su futuro basándose en lo que ha previsto con acierto y estudio como rentable, aunque sea una materia que le desmotive… El mejor médico es aquel que ha estudiado por vocación y le encanta su trabajo día tras día: el resto por muchas carreras que tenga está condenado a pasar consulta con desgana y sin ilusión. Lo mismo ocurre con la emprendeduría.

3 Consejos a la hora de emprender

Tras esta reflexión en voz alta aún nos queda la duda… Entonces, ¿debe el buen emprendedor querer serlo y formarse para ello? La respuesta es que el buen emprendedor debe estar seguro de que es el mejor haciendo su trabajo, si para ello necesita formación bienvenida sea, si para ello dedica su día a día a mejorar sin necesidad de buscarlo en los libros bienvenido también.

Para aquellos que quieran tener la certeza de ser de este tipo de emprendedores, en base a lo que he aprendido todos estos años, ofrezco varios consejos en la tónica de los que ya pude dar en anteriores ocasiones pero en la línea de buscar ese equilibrio, esa seguridad que alce nuestro negocio al éxito:

Ten en cuenta pasado, presente y futuro: la clave de un buen negocio es que a lo que te dediques no sea totalmente nuevo para ti. Que haya previamente un conocimiento y un gusto sobre ello. De igual forma es importante que ese proyecto tenga presente, tenga cabida en la sociedad en la que lo desenvuelves, y futuro, tenga vistas de continuar en los próximos años atendiendo la demanda de tu público (amenazas): no seas como los que abrieron a finales del siglo pasado un cibercafé como el negocio del milenio y nunca pensaron que la conexión a internet llegaría tan pronto a todos los hogares.

Apóyate en los conocimientos que te otorgan los títulos, no en su prestigio: un MBA, una doble titulación, un máster o un posgrado quedan excelentes en los elegantes despachos de una torre de vidrio, pero a la hora de “enfrentarnos” a nuestros clientes, lo que menos importa es cuan decorada está la pared de nuestra oficina, sino el conocimiento que tenemos sobre la materia, la utilidad que ha tenido en el desarrollo de nuestro negocio y en su día a día. Cuando me piden opinión sobre cursos, másters y formación complementaria empresarial siempre doy la misma respuesta: si realmente quieres hacerlo porque creas conveniente necesitarlo o creas que te va a ser útil o simplemente porque quieres seguir creciendo profesionalmente, fíjate en el temario previamente: visualiza si lo que él contiene te va a servir en un futuro de forma práctica y vas a obtener un rendimiento que compense el esfuerzo (y dinero) que supone toda formación profesional.

No pares de aprender en ningún ámbito: el buen broker jamás se cierra a una estrategia por mucho que le funcione a la perfección. El buen broker no para de buscar aquella que le funcione todavía mejor que la que está llevando a cabo. Además, siempre tenemos preparado el plan B y el C en el horno. Nuestra obligación como profesional de esta industria (pero de la industria que sea), es ver lo que viene, a todo nivel de la organización, y de las operaciones de la misma. En el momento donde no estamos atentos a eso, la organización flaquea por ahí en algún momento. Eso lo da solo la experiencia y la autocrítica. Con la emprendeduría ocurre exactamente lo mismo: por mucho que seas capaz de diseñar un plan de empresa perfecto, no dejes de luchar por perfeccionarlos día tras día. Si tus clientes valoran muy positivamente uno de tus productos, no te ancles y busca la forma de que les resulte perfecto: ni adecuado ni bueno, perfecto.

Por último, un consejo extra: sin entraste aquí buscando cómo ser un buen emprendedor quizás esto no sea lo tuyo. Para emprender debes sentirlo y tener una base que haya salido de ti previamente. Si lo sientes adentro antes de leer esto, durante y después, que ya estas predispuesto a emprender; pero ningún libro, articulo, curso o Master te va a implantar el virus de la emprendeduría. La mayoría de las Start ups fracasa, una parte grande de las decisiones que tomamos como empresarios, son equivocadas, perdemos miles en negocios que nos salen mal, en decisiones equivocadas, en staff que nos falla; por lo que sino estas preparado para absorberlo, capitalizarlo, y empezar todo de nuevo mañana en la mañana, esto no es lo tuyo. El poder del empresario no esta en su dinero, no esta en su inteligencia, no esta en sus contactos, sino en su determinación.

The post appeared first on Juan Pablo Jutgla.

Fuente: este post proviene de Juan Pablo Jutgla, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Etiquetas: Finanzas

Recomendamos