Cuando era pequeña, el último tramo hacia la piscina del pueblo era un camino estrecho con arbustos de lavanda a los lados y mi hermana y yo solíamos andar a toda prisa porque estaba plagado de abejorros. Igual por ese recuerdo a criaturas con aguijón, igual porque prefiero las cosas más suaves, hasta hace poco no me gustaba mucho el olor de estas flores. Ahora me encanta.
La cámara de fotos y las flores siempre han sido una buena combinación. Adoro los macros y los desenfoques, de modo que las flores a mogollón son como un imán para mi objetivo. El pánico a los bichos voladores se ha ido disipando con eso de "si no les haces nada no te van a atacar" y, aunque todavía me da un poco de cosilla que revoloteen muy cerca mío, me encanta inmortalizar abejas junto a la lavanda.
Que paséis un buen fin de semana, ¡besotes!
Fuente: este post proviene de Velvet Cat, donde puedes consultar el contenido original.
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