Un filtro polarizador son dos anillos ensamblados que rotan libremente uno sobre el otro y portando cada uno uno vidrio de color oscuro neutro. Se roscan al frontal del objetivo y haciendo rotar el aro exterior se consigue filtrar la luz polarizada que llega al objetivo. Al rotarlos el efecto es visible de inmediato através del visor de la cámara, con lo que basta ir girando el filtro hasta dar con posición correcta en que los brillos son anulados. Esto dependerá de angulo que forme nuestra posición, el objeto a fotografiar y la fuente de luz.
El filtro polarizador nos va a permitir bloquear la luz que venga en una determinada dirección; y en base a esto vamos a obtener dos aplicaciones prácticas a este pequeño pero utilísimo elemento.
El efecto más característico en un polarizador es el realce del cielo y el aumento de contraste de las nubes. Si hacemos una fotografía de paisaje en la que queramos dar protagonismo a un cielo con claros y nubes, este tipo de filtro va a ser nuestro mejor amigo, pues vamos a bloquear la luz que viene del cielo dejando el resto intacto de tal modo que las nubes parecerán mucho más blancas y el azul mucho más oscuro.
La segunda utilidad del filtro polarizador se basa en el hecho de que la luz se polariza fuertemente al reflejarse en superficies lisas. Gracias a esto vamos a poder emplear este pequeño artilugio para eliminar molestos reflejos de ventanas, chapas y demás elementos planos.
En fotografía de naturaleza es uno de los filtros más usados (por no decir el único) puesto que al eliminar los reflejos en la superficie de hojas, agua, etc los colores no se vén “anulados” por la luz reflejada y el resultado son colores muy vivos y saturados.
El uso del filtro polarizador tiene un inconveniente importante: al ser un vidrio muy denso, resta mucha luz en la escena, lo que obliga a exposiciones hasta de 2 puntos mayor que sin filtro, o bien abrir más el diafragma o subir la ISO con la que disparamos.