Hoy, 25 de junio, se cumplen seis años del fallecimiento de Michael Jackson, un artista polifacético que dejó tras de sí un significativo legado, no solo en la música y en valores humanitarios, sino también en el cine.
Jackson fue apodado “rey” de diversos ámbitos, tanto por sus acérrimos admiradores como por la crítica más rigurosa. Todos recordaremos la repercusión que provocó la actriz Elizabeth Taylor en 1989 cuando, por primera vez, lo aludía como “El rey del pop”. A partir de ahí le sucedieron alias honoríficos como “El rey de la música”; incluso, en ocasiones, “El rey del rock” o “El rey de reyes”. No obstante, y aunque muchos a día de hoy aún sigan sin conocer esta faceta, Michael Jackson también fue “El rey del cortometraje”.
El cantante y filántropo llegó a introducirse en el mundo del cine con varios largometrajes donde aparecía como protagonista, además de cortos y mediometrajes, como Captain EO, que hasta hace poco seguía proyectándose en 3D en parques temáticos de todo el mundo. Pero no es necesario acudir a sus experiencias en la gran pantalla, basta con seguir su rastro musical para advertir un extraordinario gusto por la cultura audiovisual… Tanto es así, que no es extraño escuchar sobre sus videoclips que son auténticas obras cinematográficas, y tras ello solo se nos puede venir a la mente un título: Thriller.
Un cortometraje de zombies
Con 14 minutos de duración, Thriller ?traducido como espeluznante o escalofriante? narra la historia sentimental entre dos adolescentes a través de continuos juegos episódicos y elipsis temporales. Al comienzo, los hechos están ambientados aproximadamente en los años cincuenta; vemos así a una joven soñadora que asiste a la pedida de matrimonio de su acompañante. Sin embargo, este esconde un secreto… Aparece la luna llena y sorprende a la muchacha con la apariencia de un hombre lobo que acaba persiguiéndola y apresándola con sus enormes garras.
De pronto, vemos a la misma pareja, en el presente de los ochenta, visualizando la escena en una sala de cine. Todo se trataba de una película. Ella, con la sensibilidad herida, huye de la sala y su acompañante la persigue, comenzando así el carácter musical del vídeo. El joven interpretado por Michael Jackson intenta persuadirla durante un largo paseo por las calles oscuras y desiertas, tratando de hacerle ver la magia del terror, el placer de sentirse vivo cuando se experimenta el miedo. Para desgracia de la joven, se cumple la medianoche y se convierte en la protagonista de su propia película, ahora real, cuando ve ante sus ojos a un ejército de zombies que, liderado por su pretendiente, se dirige hacia ella para alimentarse. Ahora sí sabe lo que es sentirse viva.
La estructura de la obra hace que sea considerada como un cortometraje del género musical y de terror, más que en un simple videoclip. De hecho, está dirigido por John Landis, el director de Un hombre lobo americano en Londres, y pasó a ser el vídeo musical más largo de la historia, solo superado por el propio Michael Jackson en 1996 con Ghosts, de 40 minutos de duración.
La actriz protagonista, Ola Ray, es conocida por haber sido en 1980 la primera mujer de color en salir en la portada de la revista Playboy. Esto resulta muy significativo, teniendo en cuenta que el principal objetivo de Michael Jackson con el vídeo era el de abrir las puertas a un grupo de artistas negros que aún seguían a la sombra del mundo musical. Cabe destacar que, por aquellos tiempos, uno de los dogmas de la MTV era el de no reproducir vídeos musicales de artistas negros para no “dañar la imagen impoluta del canal”. Tras el fenómeno viral de Thriller, la MTV suplicó por los derechos de imagen, que el cantante cedió a cambio de la exhibición de otros artistas negros. Fue la primera vez que el mundo vería por televisión los videoclips de Prince y de veteranos como Stevie Wonder, Tina Turner o James Brown, quienes llevaban décadas en el panorama musical.
Jackson, además, hizo todo lo posible por crear un vídeo de calidad, visualmente complejo y potente, de modo que no puso límites a sus posibilidades ni a los costes de producción. De hecho, tuvo que estrenarse el making off en DVD antes del propio vídeo para poder costear los gastos de la grabación, que se habían superado, y así terminar el rodaje de la misma. Tanto los efectos especiales como el maquillaje y la escenografía son de carácter sobresaliente, hasta el punto de que a pesar de haber pasado más de treinta años su apariencia no resulta anticuada, mucho menos humilde.
Thriller no solo plantea una situación terrorífica, sino que realiza una parodia del género de zombies, y del terror en general, confundiendo al espectador y jugando con él a averiguar qué es real y qué no, tanto para él mismo como para los personajes de la trama. Introduce además el complejo recurso de la metanarración, la llamada película dentro de la película, al presentar a los mismos protagonistas en dos secuencias de tiempo dispar. El público se desorienta y se sorprende al mismo tiempo que ellos, y se pierden en el intento de buscar un sentido a ese final tan brillante como desconcertante. De hecho, su forma de concluir es otro de los motivos por los que Thriller se considera una obra más de la historia del cine, con un final abierto que en el último segundo, y con la estremecedora carcajada de Vincent Price ?leyenda del cine de terror?, abandona al espectador bajo el peso de la interrogación, casi en un estado de puro existencialismo. ¿Qué es, quién es, qué ha pasado?
La irrupción de Thriller en el mundo de la música cambió radicalmente la concepción y realización de los videoclips, puesto que hasta el momento la finalidad de estos era tan solo la de exhibir al músico interpretando la pieza: a nadie se le había ocurrido que el contenido de una canción podía tener imagen, que una melodía podía desarrollarse en historia, en película. En 1983, Michael Jackson redefinió el concepto de vídeo musical, y lo siguió haciendo durante las décadas siguientes. La música se había convertido en cine.
Bad, Smooth Criminal y Ghosts
El videoclip de Thriller no fue el último en ser considerado un cortometraje por su estructura. En el siguiente CD de 1987, Michael Jackson sorprende con otro vídeo musical enmarcado en una trama cinematográfica, Bad, dirigido en este caso nada menos que por Martin Scorsese, director por excelencia del cine de violencia y acción. Efectivamente, el cortometraje muestra a un joven estudiante, interpretado por Jackson, víctima del acoso por parte de unos delincuentes de su barrio. La historia supone una crítica a la violencia juvenil y al abuso de poder entre bandas callejeras, algo similar a lo que habíamos visto en 1982 con Beat It. La estética de Scorsese es dominante durante todo el desarrollo de la trama y la intervención de Jackson es impecable desde principio a fin, demostrando sin lugar a dudas su talento interpretativo. Asimismo, fue la primera aparición de Wesley Snipes en el cine.
El disco Bad se cerró con el estreno de Smooth Criminal, otro cortometraje, esta vez sobre gánsters, que muestra a Jackson enfrentándose a una cuadrilla de mafiosos que tienen secuestrados a dos niños en un mugriento y oscuro casino. El vídeo es conocido por la belleza de su coreografía, siempre acompañada por las sombras que ejercen de bailarines, y los golpes de gracia que incita la musicalidad de la canción. Esta vez él dirige la pieza, cuya estética alterna lo bizarro de los bajos suburbios con la elegancia del cabaret posmoderno. Se aproxima incluso al espíritu de Gilda (1946); de hecho, un remake de Smooth Criminal en 2009 mostraba un cameo de la actriz Rita Hayworth durante su memorable escena del baile.
Posteriormente, Michael Jackson nos deleita con otras grabaciones de The way you make me feel, con una historia de seducción tan pícara como conmovedora; Earth Song, un verdadero canto a la paz y la tolerancia, que también tuvo un impresionante remake en 2009; o Ghosts, ese mediometraje hitchconiano dirigido por Stan Winston que impresionó a los espectadores con una inesperada pero fantástica interpretación por parte de Michael, donde él mismo encarna a varios de los personajes y los efectos especiales provocan un efecto fantasmagórico e ilusionista. Hasta la llegada de los créditos finales, ningún espectador es capaz de percatarse de que el aborrecible enemigo del cantante es en realidad él mismo metamorfoseado tanto vocal como físicamente.
Todos se habrán preguntado alguna vez por qué los músicos de color idolatran tanto a Michael Jackson. Por qué Stevie Wonder se aferraba a su brazo en cada aparición pública; por qué Beyonce lanzaba tantas flores por donde él pisaba alegando que era su héroe; por qué Rihanna lo homenajeaba en sus canciones; por qué Whitney Houston se arrodilló ante él en un escenario; por qué Kanye West lloraba tan desconsoladamente en su funeral; y por qué docenas de artistas, negros y blancos, se volcaron sin dudar en el remake póstumo de We are the world (Somos el mundo). Efectivamente, lo hacían porque sin Michael Jackson ellos no habrían existido tal y como son ahora, y lo han logrado por la lucha antirracial de un músico desafiante, competitivo y sin miramientos.
Thriller no solo supuso una revolución audiovisual, también lo fue en derechos humanos. Lástima que todo se olvide. Por suerte, nos queda un cortometraje de 14 minutos sobre lo engañosas que llegan a ser las apariencias. Unos ojos felinos de color ocre que nos enseñan que no todo es lo que parece… Que, en ocasiones, el peligro y la maldad no habita en lo escalofriante. Los zombies y los hombres-lobo no existen.
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