Hubo un tiempo en que Gmail era uno de los servicios más molones que podías encontrar en Internet. Hace una década, cuando empezó y Google era solamente esa empresa del buscador que además de fantásticas ideas tenía esa mentalidad de Don´t Be Evil, Gmail rompió muchos de los modelos establecidos en los servicios de correo electrónico de entonces.
Inbox está dirigido exactamente a ese problema. Intenta hacer guay de nuevo el correo. Y por guay hay que entender más funcional y práctico, con menos morralla. Es una aplicación que no sustituye a Gmail pero la complementa. Permite acceder al correo de la cuenta Gmail más como un gestor de tareas que como un servicio tradicional de correo. En plataformas móviles, al menos, parece funcionar y una de sus grandes virtudes es la forma en que clasifica de forma automática los principales los correos recibidos por temas, facilitando enormemente su gestión. Hasta a mí me parece prometedor.
Entonces uno piensa en algo que no es un tema nuevo, pero que Inbox hace difícil de obviar. La forma en que Google revisa el contenido de los mails y después utiliza esa información. Para clasificarlos, para marketing, para controlar que no violas sus terms & conditions o para cualquier plan de dominación cibernética mundial que se geste en las oficinas de Google.
Me acuerdo de lo serio que era aquello de la privacidad y el acceder al correo de otra persona en la era pre Internet. En el mundo de Facebook, Google y demás compinches, eso un chiste. Lo pone bien claro en esos términos & condiciones que firmamos sin leer.