El corazón de la hormiga
Voy a guardarte en una neurona sin conexión para que no te deslices en cualquier dirección. En la primer gota de la ducha, en la tercera cuchara de azúcar y en el pliegue de mi pijama. En la luz roja del semáforo y en el olor de los pinos del bosque y del otoño de este año. En la lágrima que vino después de la risa. En la estrella de mi ventana. En el almohadón, en la manta y en los calcetines. En las sendas peatonales, en el billete del metro, en la moneda olvidada del monedero. En el jabón de vainilla. En el rosa de la lapicera, en las caricias de Clint y en la sal de las palomitas de maíz. Voy a guardarte, solo por quererte como te quiero y quererte solo para mí, en un lugar de ámbar que es solo mío, de sueños bonitos sin máscaras y sin concilios. En un lugar, un lugar que de tan mío no te vas a poder escapar pero tampoco te querras ir (...) Voy a guardarte en una caja china, en ninguna duda. Luciana Salvador Serradell