Organiza tus fotos. Existen un montón de aplicaciones con las que organizar nuestras fotografías. Desde programas gratuitos como Picasa para Windows o iPhoto para Mac hasta opciones más avanzadas como Expression Media disponible para ambas plataformas. Elijas el que elijas, trata siempre de tener tus fotos bien clasificadas en carpetas con un nombre suficientemente descriptivo (nada de DCIM/150WKPIWBLABLA) y reunidas en un mismo lugar (utiliza tu carpeta de imágenes en lugar del escritorio).
Tómate tu tiempo. Este consejo bien puede aplicarse a todo el proceso fotográfico desde que sacamos la cámara de su funda y es que, por norma general, las cosas bien hechas llevan su tiempo. Si vas a aplicar algún filtro o retoque, asegúrate de haber dado con el ajuste perfecto antes de dar por terminada la imagen y, aunque esto es una cuestión de gustos, recuerda que en este sentido no siempre es mejor pecar de exceso.
Nunca guardes tus retoques sobre el original. Teniendo en cuenta los tamaños de disco duro que se manejan hoy día, mi consejo es que guardes las fotos originales como si de un negativo tradicional se tratase. Si deseas hacer cualquier tipo de retoque o modificación, guarda los cambios en un nuevo archivo, y nunca sobreescribiendo el original. De este modo evitaremos riesgos innecesarios y nos aseguraremos de poder desandar nuestros pasos en un futuro, lo que siempre es útil a la hora de hacer una nueva versión de la imagen o repetir los retoques cuando seamos más mañosos.
Haz copias de seguridad. Las copias en papel se pueden perder o deteriorar, pero si hacemos copias de seguridad regulares de nuestro archivo fotográfico digital (o de todos nuestros datos en general) podremos conservarlo como el primer día adelantarnos a posibles desastres informáticos (virus, muerte súbita de equipos o Windows graciosos). Un método sencillo y barato es realizar copias en CD o DVD, pero no seas tacaño y gástate unos cuantos euros más en discos de calidad; grábalo a no más de 2x de velocidad y asegúrate de que todo esté en orden antes de eliminar las fotos del disco duro. Finalmente, otro sistema mucho más en auge es ni más ni menos que Internet y cualquiera del amplio abanico de páginas que existen para almacenar y compartir nuestras fotografías, confiándole su cuidado a empresas con infraestructuras mucho más sofisticadas que la del ordenador de nuestra casa.
Revisa tus fotos y las de los demás. Uno de los modos más eficaces para mejorar rápidamente es repasar tus propias imágenes. Descubriendo los errores que has cometido podrás estar más atento la próxima vez para no repetirlos. Además, páginas como Flickr resultan tremendamente útiles para aprender de los demás. Fíjate en las fotos que más te gusten y trata de recordarlas la próxima vez que salgas con la cámara a cuestas.
No seas tímido y enseña tus fotos. Enlazando directamente con el punto anterior, otro sistema para aprender y mejorar es escuchar las opiniones de los demás. Enseñarle las fotos a los amigos está muy bien pero rara vez te harán una “crítica técnica” así que lo mejor es que entres en foros .
Y deja el equipo listo para la próxima. Ya sabes, pon las baterías a cargar, comprueba que las tarjetas de memoria están vacías y guardadas en su sitio (y no encima de la mesa o conectadas al lector de tarjetas) y, de ser necesario, limpia tus objetivos con una toallita suave para eliminar cualquier rastro de huellas o polvo.
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