Irvine Huang
A veces, en realidad muy pocas veces Noemí respira tranquila cuando los pensamientos que la inundan siempre, la dejan en paz.
En paz y tranquila porque el dolor relajado de alguna manera absurda, muy absurda, duele menos que el que presiona y corta el aire.
Así que a veces, muy pocas, Noemí se sienta en el balcón de su palacio y se pierde en un mantra aprendido y repetido para que el dolor que ahora tanto duele, se relaje. Se relaje y apriete un poco menos todo lo que nunca deja de doler.