Las plantas que surgen casi espontáneamente en cualquier lugar de esta ciudad, sin que nadie las cuide aparentemente, amenazan siempre con tomarse los lugares que el ser humano ha reclamado para sí.
Entre estas montañas la vegetación libra una batalla constante con el fin de apoderarse de nuevo de lo que le ha sido quitado. Y en no pocas ocasiones parece que logrará su objetivo.