Y cada vez que caigas,
vuelve a ponerte en pie,
que has llorado encima de tantas piedras
que ahora han crecido
y casi son murallas,
y desde ahí detrás
no puedes ver nada,
que te han crecido barreras en el alma
y será por eso que te has chocado tantas veces,
que el corazón cuando quiere,
quiere,
pero se vuelve ciego,
a veces, hasta sordo,
así que, salta,
corre,
vuela
y sal ahí fuera.
Y cada vez que no puedas,
mira a los ojos al destino,
dile que no va a importar lo que diga,
que esta vez vas a por todas,
que va has descubierto que las paredes,
los miedos
son solo papeles
y ya sabes cómo soplar,
también quién no fue nunca aire
y quién es puro vendaval.
Y cada vez que no lo consigas,
recuerda que hasta el sol se deja vencer una vez al día
y se marcha
para volver a nacer a la mañana siguiente,
con más fuerza,
más brillante,
repleto de luz,
deseando enamorar de nuevo al horizonte
para que en algún momento,
en apenas un instante,
el mar le apague la sed
y las nubes le duerman casi sin querer.