A los visitantes de esta ciudad las calles de El Centro, por donde se pasean diariamente los turistas en grupos, parando en lugares determinados para que un guía les narre las leyendas de la ciudad o les explique de manera oficial la idiosincrasia de quienes viven en este valle, les parecerá ésta una ciudad atestada de gente y de carros. Sin embargo en la periferia de esos circuitos turísticos hay calles donde parece que el tiempo pasa más lentamente, sobre todo cuando se adormece a la sombra de los árboles.
Nada tiene que ver esta imagen con la que se tiene de El Centro. Apenas a unas cuadras de la Avenida Oriental parece como si uno estuviera en uno de los barrios del occidente donde las calles sombreadas hacen pensar en una época en la que los acontecimientos se sucedían a otro ritmo.