Que no pasa nada si te rompes,
que deberás hacerlo, más bien,
romperte el alma,
la voz
y la piel,
para saber lo que duele haberlo arriesgado todo
y haber dejado un trocito de ti por el camino,
el mismo que se regó con tus lágrimas
y ahora tiene menos de tierra
y más de playa,
en el que ahora crecen flores llenas de pétalos que dicen siempre que sí
y que quizá se arrepienten de haberte negado la felicidad a ti,
de las qeu se cierran al anochecer y sueñan
con volver a verte aparecer.
Que no pasa nada si te rompres,
que hasta la rama de aquel árbol se quebró
y no por eso el otoño pasó de largo,
que incluso la luna una noche se eclipsó,
y al día siguiente se llenó,
que hasta las olas chocan
y se parten el corazón en mil gotas
intentando abrazar a la roca de la que se enamoraron un atardecer
y que siempre se resistió a eso de querer,
que no importa,
que no,
tú solo recoge tus pedazos
y vuelve a formarte otra vez,
porque hacerse añicos está bien
pero lo que no se puede es dejarlos por el suelo
y pincharte al pasear,
porque una vez que haces camino
no debes parar hasta llegar a destino.
¿Has llegado hasta aquí y quieres más? Date una vuelta por el blog, apúntate a la lista de correo y disfruta de emociones a mansalva si compras alguno de mis libros. Tengo de todo, ficción, libros para escritores y manuales gratuitos.