Mimoso, dulce, cariñosón y simpático, sociable, divertido y siempre pendiente de todos. Le encanta despertarte saltando encima de la cama, ponerse a mis pies debajo de la mesa del despacho cuando estoy en el ordenador y jugar con mi pelo cuando acabo de ducharme. Pero lo que más le gusta en este mundo es el ruido de la correa que anuncia el paseo.
Ha vivido en la playa y en una big city, pero si pudiera elegir seguro que escogería la montaña. Y si hace mucho frío mejor. Y si hay nieve. Y si encuentra plastas de vaca para restregar su pelazo negro azabache mejor todavía…
Sabe hacer muchos truquitos: quitarse el peto durante el paseo dando un salto hacia arriba, hacer agujeros en el jardín donde caben tres familias enteras con sus ajuares completos, ponerte ojitos tiernos para que le des propinas o cerrar la boca dejando la punta de la lengua fuera.
Y tiene un don especial: los primeros cinco minutos te mata de amor. Para que no puedas hacer otra cosa que enamorarte de él. Para siempre.
PD: Amor Incondicional. Parte I | Amor Incondicional. Parte II