Hoy os presento a uno de ellos, el más veterano. 13 años de pura delicia, suavidad y dulzura. Mi niña bonita. Mis ojos exóticos, mi glotona favorita. Dormilona y tozuda, no soporta quedarse sola, y más ahora que se quedó ciega. Cojea de las piernas de atrás, pero si le dices de ir a pasear corre por lo menos a tres por hora. Y casi salta. Presumida, coqueta, con los ojos perfilados en un negro azabache.
De pequeña tenía la tripa tan calva que le podías ver las pequitas oscuras en su piel rosada. Y le encantaba abrir los armarios del baño y esparcir por todo el piso el papel de wc… A mi también me encantaba eso, claro…
Nunca se deja comida por si luego tiene hambre. Es de las de “coge lo que te den y llévatelo para casa”, como decía aquel. Le encanta la sandía y el melón, y que le susurres cosas bonitas al oído. Bueno, a los orejones.
Solía robarme el nórdico por las noches, y eso que dormía debajo de la cama, no me lo explico todavía. Y es una abuela enternecedora, con sus pedos pesados y sus manías de años.
Mi niña bonita, mi pequeña viejuna. Mi amor más longevo.