Aviso a navegantes: con un título tan evocador y marketiniano como éste no pretendo dar lecciones sobre cómo llevar las cuentas domésticas, ni cómo realizar una inversión en Forex “inteligente” que les haga ganar cantidades ingentes de dinero.
No, no soy ni me defino como ningún gurú de las finanzas (aunque sí experto en el mercado del on line trading y asesoro a varias empresas), ni mucho menos pretendo ser un “vendehumo” de los que te promete resultados inmediatos con una sola estrategia. Lo que quiero transmitir con este artículo en concreto es que para tener éxito en el manejo de nuestro dinero, hacerlo crecer sabiamente, existen dos particularidades que nos allanarán el camino: nunca invertir en aquello que no comprendemos y tener suma paciencia.
Ahora si, para mantenernos en este camino llano y con los menores obstáculos posibles, aquí varios consejos basados en mi experiencia, ya no como inversor, sino como empresario que ha sabido cómo mover sus cuentas. Y para que sea realmente útil, procuraré no caer en tópicos e ir directamente al grano del cómo.
¿Cuánto invertir?
Comienzo con la respuesta a una pregunta muy recurrente a la que quiero dar dos respuestas: una igualmente recurrente y una segunda más clarificadora desde mi perspectiva.
Comencemos con la recurrente, que no es otra que la de destinar a la inversión el 15% de nuestros ingresos mensuales. Este porcentaje se calcula en base a que es esta la cantidad de dinero que nos permite asumir riesgos sin que ello comprometa la estabilidad de nuestra economía.
Ahora bien, no me gusta la concreción de datos estadísticos como éste debido a que cada circunstancia requiere sus propios porcentajes. Este 15% se basa en otros datos como que un 35% se destine a la hipoteca, pero la economía doméstica nunca es tan exacta como para pretender porcionarla y repartirla como si una tarta se tratara mes a mes (ahora esto aquí, ahora esta cantidad allá…).
Por tanto, ¿cuánto aconsejaría que invirtamos? La cantidad que veamos adecuada tras “auditar” nuestras cuentas mes a mes y sin fijarnos una cantidad, “porque así lo dicta” un sentido común que nos es ajeno. ¿Quiero decir con ello que debo invertir más de un 15%? Según. Si por ejemplo nos estamos viendo lastrados por deudas como préstamos y créditos personales más allá del hipotecario, sinceramente me preocuparía más por saldarlos que invertir dinero en otras cuestiones.
Por otra parte si estoy bien asesorado y veo la ocasión oportuna, ¿por qué no destinar un pico mayor a una inversión concreta? Lo mas importante es que nunca perdamos el norte y actuemos con sentido común, lo cual no quiere decir que sea lo comúnmente recomendado.
Comprueba honorarios
¿En cuántas ocasiones nos ha pasado que, pese a controlar donde tenemos depositado nuestro dinero, nos ha sorprendido alguna comisión o algún cargo que no teníamos previsto? Lo mismo ocurre con los fondos de inversión.
Si no se tiene el debido cuidado, a la hora de aplicarnos las tasas de inversión, nos podemos encontrar con que éstas sean demasiado altas como para tener la sensación de que nuestro dinero ha crecido. Para ello hay varias tasas que debemos tener en cuenta:
Tasas de transacción: es la tarifa que se cobra cada vez que se compran o venden las acciones de una inversión. Al ser un proceso bastante común, no suelen ser muy elevadas ni suponer cantidades que frenen la consecución de beneficios.
Fondos mutuos: toda la poca atención que debemos prestar a las tasas de transacción la debemos poner en las tarifas que aplican los fondos mutuos. En algunos casos se aplican porcentajes tan elevados como un 5%, por lo que debemos afinar muy bien en estos casos y estar seguros que nos van a reportar notables beneficios como para que esa elevada comisión nos resulte “insignificante”.
Tasas anuales: otra de las “mordidas” que pueden resultarnos letales sin la debida atención. En estos mismos fondos mutuos existen cargos que se aplican cada año por mantener la inversión. Estas tasas pueden ir desde un nimio 0,2% hasta un muy significante 6%.
Debemos pensar ante estas cantidades que nuestra intención es la de mover nuestro dinero, y si parte de ese dinero deja de ser nuestro, obviamente deja de crecer, por lo que toda información y todo lo que seamos capaces de “blindar” previamente a realizar una inversión, más probabilidades tendremos de calificarla como una inversión inteligente (con una estrategia conservadora).
Diversifica
No lo quiero calificar como tópico por mucho que puedas verlo en cualquier listado de consejos sobre una buena inversión, ya que ciertamente es algo en lo que se coincide de forma abrumadora porque es una gran verdad : una inversión sabia pasa por saberla diversificar.
Esta regla de oro lo es porque de otra forma, es decir, no diversificando, por mucho que creamos tener controlada la situación, puede venir un revés del destino y ¡zas!, perderlo todo o gran parte en cuestión de segundos.
No diversificar no deja de ser un “todo o nada”, una apuesta a un único número. Por ello, la diversificación de la inversión nos permite obtener márgenes de actuación ante situaciones que no podemos controlar.
Mucho cuidado: diversificar no significa simplemente realizar varias inversiones. Como todo en finanzas, si no lo hacemos basándonos en estrategias firmes y con la seguridad de saber lo que hacemos (recuerda cómo se allana el camino a la inversión inteligente: nunca invertir en aquello que no comprendemos), de nada nos servirá tener varias inversiones.
Para ello hay una filosofía que me encanta para neófitos inversores por cómo humaniza a través de su acrónimo la situación, y no es otra que la filosofía KISS (keep it simple stupid). Esta filosofía, aplicable tanto al concepto de diversificación, como a las finanzas en general, y como a la vida misma, nos viene a decir que en cuestiones de estrategias, si no se tienen las tablas suficientes para ello, las que mejor funcionan son las más simples, como la de invertir en fondos que coincidan con los retornos del mercado sin más.
En el caso de la diversificación, podríamos aplicar esta filosofía a realizar una inversión de la misma cantidad monetaria a cada una de las modalidades más comunes:
Inversión conservadora
Inversión moderada
Inversión agresiva
Inversión internacional
De esta forma conseguiremos equilibrar la balanza y lo que nos resulta más útil en estos casos, poder obtener información de primera mano de lo que mejor nos funciona con una perspectiva general e integradora de todo el mercado.
Muy recomendable es que antes de lanzarnos a esta diversificación, contemos con asesoría profesional para ser capaces de dar con el fondo adecuado para cada tipo de inversión, ya que de otra forma no estaremos más que “tirando los dados en diferentes mesas”: nunca hay que dejar nada al azar.
Me gustaría terminar este artículo que me ha quedado bastante largo (llevaba tiempo sin escribir y eran muchas las ganas de contar mis perspectivas) con un último consejo que puede servir como la madre de todos los consejos financieros: cabeza fría y las emociones siempre mantenerlas a raya en lo que refiera a inversión.
Nunca nos debemos dejar llevar por los impulsos o por consejos que se basen en un simple “me ha funcionado” o “he doblado los ingresos”. Ante un posible cambio de estrategia, nueva inversión o movimiento que no hayas contemplado de inicio recuerda lo que se dice del buen periodismo, que debe responder al qué, cuándo, cómo, dónde y, sobre todo al por qué.
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