Cuando se presenta un nuevo vehículo eléctrico, el mensaje suele ser claro: movilidad limpia, sin emisiones. Sin embargo, si profundizamos un poco, aparece un concepto clave que a menudo se pasa por alto: las emisiones grises. Estas no provienen del tubo de escape (porque no hay), pero sí tienen un impacto significativo en la huella ambiental de los vehículos eléctricos.
Las emisiones grises incluyen todas las emisiones de CO₂ y otros gases contaminantes asociadas a la fabricación, transporte, mantenimiento y reciclaje de un coche eléctrico. Es decir, aunque el vehículo no contamine durante su uso, su producción —especialmente la batería— y su logística sí generan un impacto considerable.
La paradoja es evidente: un EV puede tener emisiones directas nulas, pero sus emisiones grises pueden superar a las de un vehículo térmico durante los primeros 60.000 a 100.000 km. Factores como la matriz energética del país, el origen de los materiales y la eficiencia logística marcan la diferencia.
La batería: motor de emisiones grisesLa fabricación de baterías de ion-litio tiene un coste ambiental elevado. Un pack de 70 kWh puede generar entre 5 y 12 toneladas de CO₂, según estudios del IVL Swedish Environmental Research Institute y del ICCT. La extracción de litio, cobalto y níquel es intensiva y con un alto impacto ecológico.
Estudios de fabricantes muestran que un vehículo eléctrico puede tardar decenas de miles de kilómetros en compensar la huella de carbono de su producción frente a un modelo térmico equivalente. Por ejemplo, la comparación entre ciertos modelos eléctricos y sus equivalentes de combustión revela que el “payback ambiental” depende tanto de la eficiencia de la red eléctrica como de la energía utilizada en las fábricas.
Además, factores como el transporte internacional también suman emisiones. Muchos EVs recorren miles de kilómetros antes de llegar al consumidor, y el transporte marítimo y terrestre contribuye de forma significativa a la huella total.
Un enfoque integralPara ingenieros, diseñadores y responsables de estrategia, comprender las emisiones grises es indispensable. No basta con optimizar el consumo de energía durante el uso; hay que considerar todo el ciclo de vida, desde la extracción de materiales hasta el reciclaje final. La colaboración transversal entre energía, industria y legislación es clave para avanzar hacia emisiones netas cero.
Incluso en el ámbito del diseño automotriz, algunos recursos recientes invitan a considerar la sostenibilidad desde el concepto inicial del vehículo. Por ejemplo, obras como Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches, del autor Miguel Ángel Cobo ofrecen un enfoque integral que combina estrategia, diseño y análisis del ciclo de vida, ayudando a profesionales a visualizar un vehículo no solo como producto, sino como sistema con impactos globales.
La transición hacia la movilidad eléctrica es imprescindible, pero reconocer los costes ocultos y las emisiones indirectas es fundamental para construir un modelo realmente sostenible. Solo así podemos refinar la narrativa de “cero emisiones” y avanzar hacia un futuro más transparente y responsable.