Este tipo de imágenes, más allá del mundo artístico, se utiliza especialmente en física, en investigaciones sobre la salud y sobre todo en deportes.
La clásica captura fotográfica de alta velocidad son las imágenes de globos de agua que explotan o gotas que caen sobre agua formando un cuenco y salpicaduras que a nuestros ojos suelen ser casi imperceptibles.
El descubrimiento de este tipo de imágenes data del año 1948, cuando la Society of Motion Picture and Television Engineers (SMPTE), la define como un conjunto de fotos capturadas por una cámara capaz de registrar 128 fotogramas por segundo o más, y de, al menos, tres fotogramas consecutivos.
A partir de ese momento cuando hablamos de fotografías de alta velocidad estamos haciendo referencia a alguno de estos significados o a ambos.
En el caso de la primera definición, es justamente, cuando registramos una imagen en la que se congela el movimiento; en la segunda definición, en cambio, es cuando realizamos una serie de fotos que pueden ser tomadas en un muestreo de alta frecuencia o alta velocidad de fs.
En cuanto a ajustes de la cámara para este tipo de fotografías, estamos hablando sobre todo de la velocidad de obturación.
Muchas cosas nos condicionan al momento de seleccionar la velocidad de obturación, por ejemplo: la velocidad del motivo de nuestra escena, la distancia que haya entre éste y nosotros y la luz disponible.
En todos los casos para realizar fotos de alta velocidad necesitaremos recurrir a una muy alta velocidad de obturación, sobre todo si añadido al movimiento nos encontramos en condiciones de luz escasa.
Como en todo, esto se logra experimentando con las diferentes velocidades de obturación para comprender mejor el manejo de tu cámara y realizando múltiples fotografías cambiando los ángulos de luz y distancia del sujeto en movimiento.