Lee el manual. Ya, lo sabemos, nadie lo hace y tu no vas a ser menos pero te sorprenderá descubrir el increíble número de funciones que tiene tu cámara (algunas de las cuales pueden salvarte la vida en cualquier momento). Si lo lees con la cámara delante mientras pruebas lo que vas aprendiendo, te será más fácil recordarlo todo luego.
Las baterías cargadas. Antes de salir es muy importante que compruebes el nivel de carga de tus baterías. La mayoría de las cámaras actuales tienen una autonomía muy buena, tanto que en ocasiones olvidamos que en algún momento terminarán descargándose. No querrás quedarte tirado en el momento clave, ¿verdad?
Y las tarjetas de memoria descargadas. Si te sobra batería pero no te queda sitio en el que guardar esa foto que acaba de pasar delante de tus ojos estamos en las mismas. No importa el tamaño de tu tarjeta ni cuantas fotos hayas tomado; descárgala en el ordenador antes de salir o, mejor aún, cada vez que vuelvas (que luego te entran las prisas y ya se sabe). Además, un error muy común y fácil de corregir es el olvidarnos la tarjeta en el lector o encima de la mesa. ¿La solución? Tan pronto pases su contenido al ordenador, vuelve a guardarla en su sitio, es decir, dentro de la cámara o si tienes más de una, en su bolsa o funda.
Los ajustes de la cámara, siempre por defecto. Modificar los ajustes de tu cámara está muy bien (para eso están), pero luego acuérdate de volverlos a dejar como estaban. Si no, corres el riesgo de descubrir que todas las fotos de la playa están a ISO 800 por que la última vez estuviste sacando fotos nocturnas.
El modo en automático. Conforme vayas profundizando en el manejo de tu cámara tenderás a emplear los de prioridad a la apertura, a la velocidad y el modo manual, lo cual es genial. Sin embargo, por mucha experiencia que acumules, estos requieren de cierto tiempo desde que desenfundas la cámara hasta que das con los valores correctos para las condiciones de luz en las que te encuentres. ¿Mi consejo? Siempre que no estés utilizando la cámara, déjala en automático. Si espontáneamente surge algún instante fugaz que quieras capturar tan solo tendrás que disparar. Luego, si sigue ahí, ya tendrás tiempo de explayarte con el resto de modos.
Fotos a la máxima resolución. Casi todo el mundo que conozco (incluso entre profesionales) cae en la costumbre de reducir la resolución o calidad de las fotos de sus cámaras para poder guardar más en una misma tarjeta. Al precio actual de estas, disparar a cualquier ajuste que no sea el máximo de la cámara es un auténtico disparate y tarde o temprano termina conduciendo a alguna que otra lamentación… A la vuelta de la esquina puede estar la foto de tu vida, ¿vas a sacarla a 3 megapíxeles y calidad media?
Esperamos que hayas tomado buena nota y que estés preparado para la siguiente parada en nuestro camino por esta recopilación de pifias: los errores que comentemos mientras hacemos fotos.