Cuida el encuadre y la composición. Con un buen encuadre ya tenemos media foto hecha. En fotografía, menos suele ser más así que trata de centrarte en aquello quieres fotografiar y deja fuera todo lo demás. Tampoco está de más que des un repaso a las reglas de composición que hemos visto hasta el momento, como la de los tercios, el horizonte o la del movimiento, así como al artículo en el que estudiamos las diferentes opciones que nos dan las líneas .
¿Retratos o paisajes? Antes de hacer una foto tienes que tener claro cual es el elemento más importante de la misma. Si vas a hacer un retrato, llena el encuadre con la persona o el grupo evitando elementos que puedan distraer. Lo mismo se aplica si vas a hacer la fotografía de un paisaje. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando queremos hacer las dos cosas a la vez durante un viaje o una excursión? Bien, en este frecuente caso lo más recomendable es cederle el protagonismo al lugar, colocando a la persona a un lado de forma que no tape nada importante. ¡Pero sin pasarse! Las fotos de personas diminutas a los pies de un monumento enorme no tienen mucha gracia. Y hablando de gracia y monumentos enormes, si juegas un poco con la perspectiva y la distancia es fácil aparentar estar apoyado en la Torre de Pisa o sosteniendo la Torre Eifel en la palma de la mano. No es la foto más original del mundo, pero seguro que sonreirás cada vez que se la enseñes a los amigos.
Atento a ese horizonte caído. No es por repetirme pero de verdad que tienes que leer la regla del horizonte poniendo especial atención al último párrafo. En resumen: mantén la línea del horizonte (o cualquier otra línea que destaque en la fotografía) paralela al borde de la imagen, y si la quieres inclinar por algún motivo, ¡que se note! El truco está en tomar como referencia el marco de la pantalla o el visor y pulsar con suavidad el disparador para que la cámara no se incline en esa dirección en el momento de tomar la foto. Si al final, te sale alguna torcida, siempre te queda corregirlo en Photoshop.
Fotos movidas. La principal causa tras una foto movida es la falta de luz y si no nos encontramos en posición de modificar esa carencia abriendo una ventana, encendiendo un lámpara o disparado el flash, la mejor solución es utilizar un trípode o tomar una postura estable colocando un pie delante del otro y pegando los codos al cuerpo para evitar cualquier tipo de movimiento más o menos brusco. Además, también conviene asegurarnos de que la velocidad de obturación no sea demasiado baja, seleccionando un tiempo de exposición igual a 1 / focal (por ejemplo, 1/100 para una longitud focal de 100 mm).
Fotos desenfocadas. Es importante distinguir las fotos movidas (trepidadas) de las que simplemente están desenfocadas. Estas últimas suelen producirse cuando la cámara no es capaz de detectar con precisión el motivo fotografiado a causa del bajo contraste o iluminación de la escena y puede solucionarse activando la luz de ayuda del AF. Otras veces, la causa es un mal uso del sistema de enfoque automático y suele conducir a la clásica imagen en la que el fondo está enfocado y la persona desenfocada. Si te ocurre esto, consulta el manual de tu cámara (mira que ya te lo dije en el artículo anterior) para profundizar en su funcionamiento, aunque normalmente basta con centrar lo que queramos fotografiar, pulsar el botón de disparo hasta la mitad sin que llegue a sacar la foto, reencuadrar manteniéndolo pulsado y finalmente, terminar de pulsarlo para que la saque.
Fotos oscuras o quemadas. Los modos automáticos de las cámaras digitales no son infalibles y tienden a fallar bajo determinadas condiciones, por ejemplo, cuando hay mucha diferencia entre una zona iluminada y otra en sombra. En estas situaciones podemos ayudar a la cámara dar con la exposición correcta repitiendo la técnica anterior de enfoque y reencuadre sólo que en esta ocasión, apuntaremos a una zona de la escena en la que la luz sea más homogénea. En caso de que exista un contraluz (el fondo es más luminoso que el motivo en primer término), puedes utilizar un flash para compensar esta diferencia.
Cuidado donde pones los dedos. Ahora que las cámaras son cada vez más pequeñas debemos tener un cuidado especial en lo que hacemos con nuestras manazas. Mantén tus dedos lejos del objetivo, el flash, la lampara de reducción de ojos rojos, el sensor de enfoque y en general, todo cristal situado en la parte frontal de la cámara.
El flash, con moderación. Incluso en los modelos réflex el flash no es más que una muleta a la que recurrir en caso de emergencia a la que tampoco se le pueden pedir milagros. Sus secretos serán motivo de otro artículo pero de momento puedes arreglártelas con un par de consejos rápidos: el flash solo alcanza unos cuantos metros de distancia, no esperes iluminar un edificio más grande que la caseta de un perro, y estate atento a los reflejos si no quieres estropear la fotografía con un molesto destello. Repasa el artículo sobre la fotografía nocturna para más información.
Ojos Rojos. Aunque tu cámara disponga de un modo de flash con reducción de ojos rojos, este no siempre logra acabar con este molesto efecto. ¿Lo mejor? Evitar utilizar el flash siempre que sea posible, y si no es así, pedirle a quienes vayan a aparecer en la foto que miren directamente algún foco de luz para que se les contraigan las pupilas. Si aún así siguen apareciendo, siempre podemos retocarlos posteriormente.
Desactiva el zoom digital. Utiliza el zoom óptico o no uses ninguno. El digital reduce la calidad de la imagen demasiado y si de verdad es necesario, siempre puedes hacerlo a posteriori mediante un reencuadre o una ampliación en tu aplicación de retoque preferida.
En digital, disparar es gratis. Aprovéchate de la mayor de las ventajas de la era digital. Toma tantas fotos como te plazca, prueba distintos ángulos, experimenta sin miedo. Luego cuando llegues a casa ya tendrás tiempo de revisar las imágenes con calma y ver lo que funciona y lo que no.
Nunca borres una imagen. Bueno, nunca lo que se dice nunca tal vez sea pasarse, pero siempre que puedas evitar borrar una foto desde la propia cámara, hazlo. No solo evitarás posibles confusiones que pueden conducir a la perdida de todas ellas, sino que además, también te asegurarás poder disfrutar de un criterio de selección equivalente al tamaño de la pantalla de tu ordenador. Dos fotos aparentemente idénticas en la pequeña pantalla de una digital pueden contener enormes diferencias, como que una esté enfocada y la otra no.
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