No es que haya algún inconveniente con el hecho de que es una opción no creer en un ser supremo, sino que lo que alimenta parte de la controversia ateísta en relación a las creencias cristianas es en el punto en el que ninguna de las partes admite los pensamientos de la otra y ambas optan por tomar una actitud seria de rechazo. Dentro del contexto cristiano, negar la existencia de Dios se considera una blasfemia tan grave que ni Dios mismo la perdona.
Para los ateos, creer en un ser supremo como Dios, significa un acto de ridiculez e ignorancia humana insuperable y se esfuerzan para demostrar el ‘error’ en el que sus antagonistas cristianos están. Un hecho interesante es que sorpresivamente, los ateos y los cristianos toman posturas muy diferentes hacia aquellas personas que tienen una creencia religiosa distinta como es el caso de los Hindús que creen en varios dioses entre los que destaca Shiva, los chinos creen en miles de dioses, los japoneses de igual modo y los ejemplos podrían continuar de manera sostenida. No existe la misma variedad de frases ateas inteligentes –por ejemplo –para estas religiones pero si abundan en contra de la religión cristiana.
Un hecho ineludible es que esta ‘riña’ entre pensamientos no es contemporánea y tiene antecedentes de hasta miles de años de antigüedad. Desde el contexto bíblico cristiano, las personas que no creían en Dios eran marcadamente rechazadas y eran consideradas como seres sin valor que merecían la muerte. Uno de los ejemplos favoritos es el evento del diluvio que ocurre al inicio de la historia humana según los relatos de la Biblia y se resume en una especie de exterminio humano por causa del ‘pecado’.
Muchos otros eventos como el de Sansón matando a miles de soldados filisteos o la muerte de los primogénitos egipcios en el relato de Moisés, siguen magnificando la idea de que los ateos tienen razón al pensar que no debe ser verdad que haya un Dios caracterizado por ser despiadado. Si seguimos en mención de justificaciones, eventos no bíblicos como las cruzadas parecen ser ‘la gota que derramó el vaso’ en la creencia fuerte del rechazo hacia el Dios de los cristianos, pues a raíz de este evento, muchas personas inocentes perdieron la vida.
La rabia de los cristianos hacia los ateos tiene simientes bíblicas, pues en muchas citas de esta obra literaria se cita el desprecio hacia quienes desconocen el poder de Dios y de quienes prefieren reconocer a otros dioses, alegando además que Dios es el único que existe. Que esto se niegue es una blasfemia que no deben perdonar en ninguna medida y de hecho la fijación a esta idea es la que ha justificado innumerables masacres como las mencionadas cruzadas, que ni siquiera pueden inspirar algún tipo de frases ateas graciosas. Pero un hecho que no se ha considerado es que este extremismo religioso no es la idea correcta detrás de la creencia hacia Dios.
Cuando se profundiza más allá de los insultos entre ateos y cristianos e inclusive si se pasara por encima del sentido peyorativo de muchas de las frases chistosas de religión, podemos encontrar una realidad más neutral que se caracteriza por ser más bien comprensiva e inclusiva. Los hechos bíblicos mencionados son un hecho innegable escrito pero no es lo único que hay que considerar si se pretende entender la perspectiva de un cristiano verdadero. Los eventos narrados de masacres hacia personas incrédulas ocurrieron en lo que corresponde a una etapa primitiva de la humanidad, y en la medida que la narración de la biblia avanza, estos eventos se hacen menos comunes.
Pareciera indicar más bien que estos hechos fueron la solución debido a la poca habilidad cultural de aquella era. Esto suena como un intento de justificación pero si lo analizamos desde un contexto científico, las primeras eras humanas tenían como cualidad una marcada tendencia hacia las guerras como solución a diferencias territoriales y de pensamiento. El dialogo nunca era una opción primaria aunque con el pasar del tiempo si se volvió una opción de importancia por permitir evitar la muerte innecesaria de muchos de los miembros de la sociedad.
Este decrecimiento de muertes prácticamente se detiene con la llegada de Jesús en el nuevo testamento, quien de hecho promovía una conducta más abierta e inclusiva. Pese a la religiosidad de los bíblicamente ‘fariseos’, Jesús era más conectado con las personas y se preocupaba por hacerles crecer humana y culturalmente. Les influía para que tomaran comportamientos más correctos como por ejemplo el caso de Saqueo, quien era un estafador y que por la influencia de Jesús, dejó esas prácticas. Su legado verdadero fue el respeto y la aceptación del prójimo en vez de la guerra.
Este tipo de ideas son las que más valen del cristianismo y son las que lamentablemente están hechas a un lado por los mismos cristianos y por los ateos, quienes se concentran en una riña sin sentido. Una de las realidades es en realidad ver más allá de las diferencias que son inevitablemente evidentes y más bien ver más allá para intercambiar todos aquellos elementos positivos y de crecimiento social que cada una de las religiones pudiera aportar. Que un ateo aprenda el perdón de un cristiano no significa que él deba creer en Dios, la libertad de creer en lo que se quiera es una libertad humana solo limitada por la moral y el deber.
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