Unos días antes recibimos un mail las personas que estábamos apuntadas. Día, hora y lugar. Así que hace unos sábados me encuentro delante de un edificio precioso de Madrid, subiendo hasta la última planta, hasta la preciosa, feliz y luminosa Villa Margarita.
Todo el encuentro se basaba en la filosofía wabi-sabi. Según la estética japonesa, el wabi-sabi describe ambientes caracterizados por su simpleza rústica. Minimalismo y calidez con objetos provenientes de la naturaleza. Si en occidente a lo largo de los siglos hemos ido evolucionando a nivel artístico con los ideales griegos de belleza y perfección, en Japón esta es la posición que ocupa en el arte los cánones del wabi-sabi: asimetría, aspereza, sencillez, ingenuidad, modestia, intimidad… un proceso natural con el que se llega a la mejor belleza posible, la imperfecta, impermanente e incompleta.
“Si un objeto o expresión puede provocar en nosotros una sensación de serena melancolía y anhelo espiritual, entonces dicho objeto puede considerarse wabi-sabi”
Andrew Juniper
“Wabi ahora connota simpleza rústica, frescura o quietud. Sabi es la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto y su impermamencia se evidencian en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo visible.” (vía)
Disfrutando de cada minuto, ese día mi cámara se quedó en el bolso. Todas las fotos son de Cecilia Renard. Podéis ver más fotos del evento en la página de las Hermanas Arcë.