Ideada por el arquitecto Pascual Celis Escobar esta manzana se ha convertido en un hito urbanístico que bien puede representar a todo un sector de la ciudad.
Sus cambios periódicos le dan un dinamismo parecido al de algunos jardines, que se transforman de acuerdo al estado de ánimo de la persona que los mantiene vivos.
Independientemente de su silueta nítida y concisa, es la textura de la superficie hecha de plantas vivas lo que impacta en esta escultura, tan diferente a ciertos esperpentos urbanos que pretenden hacerse pasar por demostraciones artísticas de la contemporaneidad de una ciudad que no ha podido quitarse del todo su naturaleza parroquial.