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En la definición de "despistada" que aparece en el diccionario debería salir mi nombre. No es nada nuevo eso de estar en las musarañas todo el día, me pasa desde pequeña, y aunque al principio da un poco de rabia siempre acabo riendo al recordar mis momentos de despiste.
Ayer por la tarde me disponía a entrar a la biblioteca de la facultad, esa que he pisado tantísimas veces, y me di cuenta de que era imposible abrir la puerta aunque viera gente dentro a través del cristal. Pues nada, pregunté a unos chicos si estaba cerrada, que no se abría la puerta. Me dijeron que iba siempre muy dura, que empujara fuerte porque estaba abierta, y yo seguí tirando. No estaba tan dura cuando me di cuenta de que era empujar y no tirar y entré llena de vergüenza con las caras de los chicos mirando incrédulas tras de mi.
Por si fuera poco, un rato después, estando en clase y revisando un modelo de examen de derecho civil, ocurrió una algo similar a esto mientras hablaba con una compañera:
Ella: Fecha del examen, 30 de febrero del 2012
Yo: Que tarde lo hicieron, ¿no?
Ella: El 30 de febrero no existe...
Una tontería, pero nos reímos de lo lindo y ¿por qué no? Ser despistada puede ser lo más divertido del mundo mundial y lo mejor que se puede hacer es reírse de uno mismo. Me acuerdo con una sonrisa de cuando el año pasado cogí el tranvía en la dirección contraria a mi destino y me di cuenta seis paradas después, estando ya en la otra punta de la ciudad. Y me río cuando pienso en aquella vez que estuve dando mil vueltas a una manzana buscando un sitio y pasé por delante de él unas cuantas veces.
Se que este post se sale de lo que suelo contar normalmente, de hecho no tenía pensado escribirlo, estoy a tope con los estudios y ya tengo programados los cuatro que van a caer este mes, pero me ha salido solo y contar una anécdota de vez en cuando me parece que viene bien, sobre todo para empezar el fin de semana con un poquito de alegría (:
¿Algún despistadillo más en la sala?