Muchos dirán que es debido a la regla de los impares, pero están más bien equivocados porque en fotografía no hay reglas, hay un lenguaje con unas pautas a seguir que significarán una cosa u otra según quien lo lea, si es occidental verá un significado distinto a si se es oriental, y todo esto es debido a la forma en que leemos.
Si que es verdad que en occidente según el número de elementos y su disposición en el espacio podremos darle un significado u otro.
Un único elemento. Se convertirá en el protagonista indiscutible de nuestro cuadro. Puede transmitir sensaciones de soledad o angustia. O recogimiento o seguridad. Todo en función de cómo construyamos la composición de nuestra imagen.
Dos elementos. Nuestro protagonista ya no estará solo. Tendrá compañía. Una pareja puede transmitir confianza, cariño, amor. También sentimientos de ayuda o de comprensión.
Tres elementos. Como dice aquel refrán, tres son multitud. Tres elementos se convierten, automáticamente, en un grupo. De hecho, el usar tres elementos es más común de lo que pensamos dentro de la cultura popular. Por ejemplo, en los cuentos: los tres cerditos, los tres mosqueteros. Cuando hay tres elementos en nuestra imagen, los sentimientos que se generan son los mismos que en el caso de que haya sólo dos, pero llevado a otro nivel: el nivel de la amistad. Tres son amigos, tres se hacen compañía, tres son cómplices de fechorías.
Más de tres elementos. Se trata de un grupo ya grande. Cuantos más elementos haya en el cuadro, menos importancia tendrá el sujeto individual. El ojo verá muchos elementos pero, si no hay nada que haga destacar uno por encima del resto, no los distinguirá. Por poner un ejemplo: se verá el bosque, pero no los árboles. Utilizar más de tres elementos en una fotografía implica darle protagonismo al grupo en sí mismo, más que a los sujetos que lo conforman.
A nuestros ojos lo impar resulta más atractivo que lo par, si transformamos el número de elementos en figuras geométricas, entenderemos que los números impares son mucho más dinámicos que los pares.
Mientras que un elemento se corresponde con un único punto, dos elementos lo hacen con una línea. La primera forma geométrica que aparece siguiendo este método es el triángulo, formado por tres elementos. Si pasamos a tratar con cuatro elementos, conseguiremos un cuadrado. Con cinco, un pentágono. Y así, hasta el infinito.
Si analizamos estas figuras, vemos que el punto es inmóvil (no se mueve, no tiene dirección). La línea es completamente estática y estable. El triángulo, en cambio, es más dinámico. Puede tener dirección en función de como lo coloquemos e, incluso, puede tener una posición nada estable. El cuadrado vuelve a ser una figura completamente estática. Pero con el pentágono sucede lo mismo que con el triángulo.
La realidad a todo esto es que tendremos que buscar un equilibrio si queremos mostrar una imagen tranquila y ordenada, si al contrario, queremos mostrar caos, incertidumbre, nos decantaremos por una imagen que no esté equilibrada.
Un número par de elementos es equilibrado, sí, pero también estático (y, por lo tanto, puede llegar a ser aburrido). Este equilibrio está basado en todos y cada uno de los elementos que lo conforman: si uno falla, deja de haber ese equilibrio estático. En cambio, cuando tratamos con un número impar de elementos, conseguimos, también, equilibrio. Pero se trata de un equilibrio más dinámico. Debemos tener en cuenta de que en este caso, el equilibrio no está repartido entre todos los elementos, hay uno sólo que es el que equilibra la balanza. Pero si éste desaparece, puede ser que la imagen siga estando equilibrada: un equilibrio más estable, uno formado por un número par de elementos.
Además, se dice que la belleza de los números pares se encuentra en el hecho de poder formar composiciones simétricas: cada elemento tendrá su "reflejo". Pero, ¿es que con un número impar de elementos no se pueden conseguir imágenes simétricas? Uno de los elementos que deberá ser su mismo reflejo, algo que puede darle, todavía, más belleza al hecho de usar un número impar de sujetos en nuestra imagen.