Los valores de negocios norteamericanos, de materias primas y otros elementos se van a ver muy afectados por el cambio de presidencia. No necesariamente para mal, por lo que no pensemos que un valor reducirá su tasa porque es posible que nos terminemos equivocando. En especial nosotros tenemos echado el ojo a las empresas tecnológicas norteamericanas, esas sí que van a ver cómo su mundo cambia en cuestión de unos meses.
La presión popular
El principal problema para estas compañías tecnológicas es la obsesión de Donald Trump por mantener la “independencia” corporativa de las empresas de su nación. El futuro presidente no quiere que una entidad estadounidense, como Apple, necesite mandar sus piezas a China para que allí las monten empleados chinos.
Su deseo es que esos empleados sean norteamericanos y que el trabajo se realice dentro de sus fronteras. Tiene una forma de pensar más propia del pasado, cuando era frecuente que la tecnología se fabricara dentro de la nación. Por supuesto, este deseo por parte del presidente va a tener una serie de cambios para la presencia de estas empresas en el mercado de valores. Lo que no sabemos es si serán buenos o malos.
De base pensemos en la situación actual tal y como se perfila sin conocer los planes maestros de Trump (que al final serán los que lo cambiarán todo, seguro). La situación es que las empresas norteamericanas montan sus piezas en China debido a que allí la mano de obra es más barata.
Al ahorrar dinero en mano de obra lo que están haciendo es ajustar el precio de sus dispositivos y venderlos a unos costes coherentes. Si no tuvieran esa mano de obra lo que ocurriría es que tendrían que pagar mucho más dinero y eso acabaría afectando al precio de los dispositivos. Y a nadie le gustaría ver cómo el iPhone aumenta un precio de 200 o 300 euros solo por saber que ha sido fabricado dentro del país. Esa es, ahora mismo, la situación, pese a quien le pese.
Por lo tanto, por mucho que Apple sienta sus colores y quiera también que sus dispositivos se fabriquen íntegramente en Estados Unidos, tendría que hacer frente a un gasto económico de millones y millones. ¿De verdad se puede afrontar este cambio en las cuentas? En principio no y eso es algo que acabaremos viendo reflejado en el valor de las compañías, tanto de Apple como del resto, una vez se ponga en marcha el plan de Donald Trump.
El plan maestro
Pero en teoría el presidente electo tiene un plan maestro, uno de esos que solo él conoce. Él es un empresario de éxito, un tiburón que se dice que ha triunfado pisoteando a los demás y aprovechándose de quienes están por debajo de él. Eso significa que sabe cómo alcanzar sus metas.
Y su meta dudamos que sea presionar a Apple para que vuelva a Estados Unidos con sus fábricas, que aumente el precio del iPhone 300 euros y que luego fracase porque nadie lo compre. Si Trump hace eso es porque tiene una idea para que posiblemente el móvil no sufra ese aumento de precio. Por el momento es algo que se guarda en el misterio.
Lo que sí ha hecho Donald Trump es plantear a los ejecutivos de las principales empresas tecnológicas de Estados Unidos una serie de ventajas e incentivos de los que se podrán beneficiar. Habla sobre todo de bajada de impuestos y de bonificaciones excepcionales que harán que se equilibre la balanza en cuanto al mayor gasto que realizarán en términos de mano de obra.
De esta forma las empresas norteamericanas tendrán motivos por los que trasladar su fuerza de trabajo a Estados Unidos y ponerle a todo la etiqueta “made in USA”. Y si la jugada le sale bien a Trump posiblemente en términos de inversiones suponga cambios en los valores. Así que nosotros os recomendamos que estéis muy atentos para vuestras próximas operaciones con valores de empresas tecnológicas de Estados Unidos, porque van a cambiar y fluctuar de forma considerable.