La creciente población anciana del Reino Unido —más de 12 millones de personas mayores de 67 años— ha impulsado la adopción de tecnología y herramientas con IA en el sector del cuidado social. Pero aunque los avances son prometedores, expertos advierten sobre los riesgos de depender demasiado de estos sistemas.
Promesas tecnológicas... y dilemas éticos Para la Dra. Caroline Green, directora de investigación del Instituto de Ética en la IA de la Universidad de Oxford, la inteligencia artificial es una herramienta poderosa, pero no suficiente por sí sola.
“Puede ayudar con tareas administrativas o de operación, pero no puede reemplazar el toque humano”, afirma. Y agrega: “Necesitamos asegurarnos de no ver la IA como una solución mágica a la falta de personal o al aumento de la demanda. Hay que seguir invirtiendo en personas”.
Green también subraya la falta de políticas gubernamentales claras sobre el uso de IA en cuidados sociales, lo que plantea interrogantes sobre los derechos de los usuarios: ¿Podrán elegir si quieren ser asistidos por tecnología? ¿Tendrán opciones reales?
IA para detectar caídas y prevenir hospitalizaciones En Oaklands Rest Home, en Southampton, la empresa AllyCares ha instalado sensores que monitorizan los ruidos nocturnos en las habitaciones. Si ocurre algo inusual, como una caída, se genera una grabación de audio y se alerta al personal.
Thomas Tredinnick, director de la compañía, asegura que esta tecnología no solo mejora el descanso de los residentes al reducir las revisiones manuales, sino que ha contribuido a disminuir eventos de salud prevenibles.
Christine Herbert, cuya madre de 99 años vive en el hogar, se mostró escéptica al principio. “Era como tener un monitor de bebé”, confesó. Sin embargo, la transparencia del centro sobre el uso de datos la convenció. “Ahora sé que mi madre está segura sin que la molesten cada hora”.
Una app que identifica el dolor en personas no verbales En Elmbrook Court, en Wantage (Oxfordshire), una app llamada Painchek ayuda a detectar dolor en residentes que no pueden comunicarlo verbalmente. Escanea el rostro del paciente, recopila información y devuelve un porcentaje estimado de nivel de dolor.
Según Aislinn Mullee, subdirectora del centro, esta herramienta ha sido clave para ajustar medicación en conjunto con médicos de cabecera. También brinda tranquilidad a familiares, especialmente en cuidados paliativos. “Es un cambio enorme”, dijo.
Robots que entrenan a cuidadores En el Instituto de Robótica de la Universidad de Oxford, el Dr. Marco Pontin trabaja en un robot sensible al tacto, diseñado para replicar el dolor humano. El objetivo: que estudiantes de terapia ocupacional aprendan a tratar con pacientes de forma más empática y cuidadosa.
El robot puede actuar como “gemelo digital” de pacientes reales. Así, los cuidadores pueden practicar situaciones médicas específicas en un entorno seguro y controlado.
“Con una población envejecida, es difícil estar en todo momento con cada paciente. Un gemelo digital puede ayudar a monitorear y comprender mejor sus necesidades”, explicó Pontin.
El futuro del cuidado: humano, digital o ambos El reto es enorme. En 2023-2024, los gobiernos locales en Inglaterra gastaron £23.300 millones en cuidados sociales, según el Parlamento británico. Al mismo tiempo, la dependencia de trabajadores extranjeros es crítica: en 2024 se otorgaron solo 27.000 visados para el sector, un 81% menos que el año anterior.
La profesora Lee-Ann Fenge, experta en cuidado social en la Universidad de Bournemouth, advierte que la tecnología no debe usarse para llenar vacíos laborales. “Debe ser una herramienta para complementar, no para sustituir”, señaló. También destacó la importancia de discutir los desafíos éticos que implica monitorizar a personas vulnerables.
El enfoque del gobierno El Departamento de Salud y Atención Social del Reino Unido afirma que ya está trabajando en soluciones tecnológicas, como sistemas de detección de caídas y herramientas para reducir tareas administrativas.
“Queremos transformar el cuidado social mediante el uso de IA, pasando de tratar enfermedades a prevenirlas, y de soluciones analógicas a digitales”, declaró un portavoz.
Sin embargo, tanto expertos como familias insisten en lo mismo: ningún algoritmo puede reemplazar la compasión humana.