Compra en una ferretería tres objetos, sencillos y baratos: una cuerda fina pero resistente, un tornillo de 1/4" (lleva la cámara fotográfica y comprueba que el tornillo enrosca en el soporte para el trípode) y una anilla de metal de pocos centímetros de diámetros.
Corta un trozo de cuerda de, aproximadamente, la misma longitud que tu altura. Fija en uno de los extremos la anilla de metal y en el otro el tornillo, como puedes ver en las imágenes.
Procura que los nudos estén bien apretados para evitar que se suelten cuando estés utilizando este soporte casero.
A continuación, deja en el suelo el extremo de la cuerda con la anilla y pisa ésta para evitar que se mueva. Fija después el tornillo en el punto de sujeción el trípode de la cámara.
Este soporte es muy cómodo de usar y te resultará muy útil no sólo para conseguir mayor estabilidad en las tomas -sujetando por un lado con el pie la cuerda y tensándola por el otro extremo- sino también para obtener mayor precisión en el momento de captar, por ejemplo, un paisaje con distintas tomas para conseguir en la edición una imagen panorámica.
Si quieres fotografiar una plaza, sólo tienes que situarte en el centro de ella e ir girando sobre ti mismo para sacar distintas tomas de todo el escenario.
La otra ventaja de este "invento casero" es que es muy fácil de transportar, ya que pesa muy poco, y puedes llevarlo en tu equipo de fotógrafo o enrollarlo y guardarlo cómodamente en cualquier bolsillo después de usarlo.
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