¿Qué son las células madre?
¿Qué son las células madre?El cuerpo humano contiene cientos de diferentes tipos de células que son importantes para nuestra salud diaria. Estas células son responsables de mantener nuestros cuerpos en funcionamiento cada día, para hacer que nuestro corazón lata, que nuestro cerebro piense, que nuestros riñones limpien la sangre, para reemplazar las células de nuestra piel a medida que se renueva, etcétera. La función especial de las células madre es la de formar todos estos otros tipos de células. Las células madre son las proveedoras de nuevas células. Cuando las células madre se dividen pueden hacer más de sí mismas o más de otros tipos de células. Por ejemplo, las células madre de la piel pueden formar más células madre de piel o pueden formar células diferenciadas de la piel que tienen trabajos específicos como producir el pigmento melanina.
¿Por qué las células madre son importantes para su salud?Cuando se lesiona o enferma, sus células se dañan o mueren. Cuando esto sucede, las células madre se activan. Las células madre tienen la tarea de reparar los tejidos dañados y sustituir las células que mueren rutinariamente. De esta manera las células madre nos mantienen sanos e impiden el envejecimiento prematuro. Las células madre son como nuestro propio ejército de médicos microscópicos.
¿Que clases de células madre podemos encontrar?Las células madre vienen en muchas formas diferentes. Los científicos creen que cada órgano de nuestro cuerpo tiene su propio tipo específico de células madre. Por ejemplo, nuestra sangre viene de células madre de la sangre (también conocidas como hematopoyéticas). Las células madre también están presentes durante las etapas tempranas del desarrollo humano, y cuando los científicos cultivan ėstas, se denominan “células madre embrionarias”. La razón por la que los científicos están entusiasmados con las células madre embrionarias es que el trabajo natural de las estas cėlulas es el de construir todos los órganos y tejidos en el cuerpo durante el desarrollo humano. Lo que esto significa es que las células madre embrionarias, a diferencia de las células madre adultas, pueden ser dirigidas potencialmente a la formación de casi cualquier otro tipo de los cientos que existen de células humanas. Por ejemplo, mientras que la célula madre sanguÍnea sólo puede formar sangre, una célula madre embrionaria puede formar sangre, hueso, piel, cerebro, y así sucesivamente. Además, las células madre de embriones son programadas por la naturaleza para formar tejidos e incluso órganos, mientras que las células madre adultas no lo son. Esto significa que las células madre embrionarias tienen una mayor capacidad natural para reparar los órganos enfermos. Las células madre embrionarias se producen a partir de embriones de unos pocos días de edad, sobrantes de tratamientos de fertilización in vitro, material que si no es utilizado es deshechado.
Tipos de trasplantes de células madre para tratar el cáncer
En un típico trasplante de células madre contra el cáncer, muy fuertes dosis de quimioterapia son utilizadas, seguidas con sesiones de radioterapia, para tratar de destruir todas las células cancerosas. Este tratamiento también destruye las células madre en la médula ósea. Brevemente tras el tratamiento, se procede con suministrar células madre para que reemplacen aquellas que fueron destruidas. Estas células madre normales se administran a través de las venas, como si se tratara de una transfusión sanguínea. Eventualmente se asientan en la médula ósea y comienzan a crecer y a producir células sanguíneas sanas. A este proceso se le conoce como injerto.
Existen tres tipos básicos de trasplantes los cuales se denominan en función de la fuente de donde provienen las células madre.
Autotrasplante o trasplante autólogo: las células provienen de usted mismo(a).
Alotrasplante o trasplante alogénico: las células provienen de un donante compatible con o sin parentesco con el paciente.
Isotrasplante o trasplante singénico: las células provienen de un hermano(a) gemelo(a) o trillizo(a) idéntico(a).
Células madre con memoria: el futuro contra el cáncer.
Científicos italianos demuestran la utilidad terapéutica de un nuevo tipo de células inmunitarias
Las “células madre T de memoria” subsisten al menos 12 años en los pacientes
El sueño de destruir el cáncer con células del sistema inmune programadas para atacar a los tumores ha dado un paso de gigante. La gran esperanza se llama “célula madre T de memoria” (TSCM), y es un tipo radicalmente nuevo de glóbulo blanco del sistema inmune que reúne las dos propiedades ideales: por un lado son células madre, y por tanto tienen la capacidad de autorrenovarse de manera indefinida; y por otro tienen memoria inmunológica, por lo que conservan, también indefinidamente, su capacidad para actuar contra un agente infeccioso concreto o un tumor específico. Científicos de Milán han demostrado que pueden subsistir al menos 12 años en el cuerpo de 14 pacientes.
El pequeño ensayo clínico no había sido planeado para este fin –las células TSCM ni siquiera habían sido descubiertas hace 12 años, cuando la prueba comenzó—, sino para probar la seguridad de una técnica de terapia génica contra un tipo de inmunodeficiencia hereditaria (SCID, o enfermedad de los niños burbuja). Pero Luca Biasco, Serena Scala, Alessandro Aiuti y sus colegas del Instituto Científico San Raffaele, en Milán, han encontrado una forma brillante de reciclar el ensayo para obtener unos datos esenciales en la lucha contra el cáncer.
Los resultados se presentan en Science Translational Medicine, la publicación que la revista Science reserva para las investigaciones que tienen una evidente o inmediata aplicación a la práctica clínica. El subíndice del término TSCM significa stem cell memory, o células madre de memoria. La T viene de mucho antes: los linfocitos, o glóbulos blancos de la sangre, son las células encargadas de la respuesta inmune, y se dividen en linfocitos B (que producen los anticuerpos que andan sueltos por la sangre) y linfocitos T, que montan un tipo menos popular pero más importante de defensa: la inmunidad celular, por la que ciertas células especializadas se tragan, literalmente, a los agentes infecciosos y a otras cosas que consideren raras, incluidas en ocasiones las células tumorales.
“Las terapias basadas en células T”, explica a EL PAÍS Luca Biasco, primer autor del trabajo, “representan una de las estrategias terapéuticas más avanzadas y prometedoras para el tratamiento del cáncer; esta tecnología está basada en la modificación genética de las células T para redirigir su actividad contra las células tumorales; un tipo de célula T como las TSCM, que son capaces de mantener su capacidad de autorrenovación y de diferenciación por muchos años, pueden aportar un reservorio de células T capaz de patrullar por el sistema inmune y activarse eficazmente en caso de recidiva del tumor, para mantener una respuesta inmune secundaria eficiente”.
Nadie tenía ni idea sobre la mera existencia de las células TSCM hasta 2011. Pero su descubrimiento, especialmente después de este trabajo, las hacen muy relevantes para diseñar nuevas estrategias útiles para la medicina. “Aportamos evidencias de que la ingeniería genética de células T puede ser segura incluso a largo plazo”, explica Biasco. “Y además demostramos por primera vez de que las células TSCM con los genes corregidos en el laboratorio pueden implantarse activamente en la médula ósea de los seres humanos; esto abre la posibilidad de explotar las células TSCM modificadas genéticamente para las terapias basadas en el sistema inmune”.
Las terapias basadas en células T representan una de las estrategias más avanzadas y prometedoras para el tratamiento del cáncer"
Los pacientes empezaron el ensayo clínico en un estudio pionero de terapia génica contra una inmunodeficiencia congénitadirigido en 1995 por Claudio Bordignon, también en el San Raffaele de Milá. Las células T de estos pacientes fueron extraídas, y su deficiencia fue corregida en el laboratorio infectándolas con un gen correcto introducido dentro del ADN de un virus capaz de integrarse en el genoma de las células humanas (un retrovirus, de la familia del virus del sida).
Estos retrovirus se integran en el genoma humano más o menos al azar, y por tanto cada célula humana que ha recibido el virus tiene una firma molecular característica, formada por los extremos del ADN del virus unidos a su contexto de ADN humano. Este es el marcador que Biasco y sus colegas han aprovechado para identificar y analizar a las células T que siguen circulando por la sangre de los pacientes 12 años después.
¿Oportunismo? Sí, pero de un tipo que promete abrir un nuevo continente para la biomedicina del cáncer.