Ya está, decidido. ¡Se acabó!: ¡No lavo ni una toalla más!
Si, si, toallas… esas que todas tiramos cuando pensamos que ya no podemos más, cuando nos desilusionamos, cuando dejamos de creer en nosotras mismas.
Toallas de todos los colores y tamaños: Grandes, de grandes ideas que aparecen en una noche de esas en las que estas conectada con tus sueños; toallas que ya están hasta amarillentas por llevar demasiado en el armario del pensamiento esperando a que le toque salir, y que acaban en cubo de la ropa sucia sin haberlas ni estrenado; toallas de mil colores, toallas discretas, toallas divertidas. Todas toallas que merecen ser usadas y sobre todo nunca ser tiradas.
¿A ti que te hace tirar la toalla? A mi el miedo, y no precisamente a los demás sino a mi misma, a no ser suficiente: suficientemente inteligente, válida, valiente, organizada, esforzada, arriesgada.
La verdad es que pensándolo bien: ¿Cómo es posible que tenga ese concepto de mi misma? Será porque habitualmente me empeño en creer que las opiniones de los demás son mejores que las mías, sus juicios, sus valoraciones y hasta sus premoniciones son mucho mas acertadas y he crecido convencida de que es así. Siento, que no pienso, que los demás valen más que yo y lo por tanto en vez de seguir mi propio criterio “compro” las ideas, juicios y opiniones de los demás y las hago mías, aceptándolas sin discusión
La autoestima no es otra cosa que la reputación que yo tengo de mi misma, por eso cuando me miro en los demás, buscando su aprobación, el concepto que tengo de mi misma cae a la misma velocidad que lo hace mi autoestima.
“Nena, Tú no puedes”
¿Qué hay detrás de esta frase lapidaria?
Cuando alguien me dice “Tú no puedes” está poniéndome en duda, está cuestionándome, está tratando de decir que mis capacidades no son adecuadas para llevar a cabo lo que pretendo. En pocas palabras: está diciéndome que no doy la talla.
Y Yo…voy y ¡me lo creo! Aunque a la vez esa parte reaccionaria que tengo dentro de mi se revuelve y piensa: pero. ¿cómo puede saber que no puedo si ni siquiera lo he intentado? Y ahí empiezan los problemas, con la eterna duda sobre mi misma.
Lamentablemente crecimos rodeados de “NO”, escuchando frases como: “deja que lo hago yo”, “te vas a caer”, “eso no es así”,“tu no sabes”. Necesitamos que los demás nos den el visto bueno para casi todo lo que empezamos, queremos o soñamos y si no recibimos esa aprobación nos bloqueamos, nos hacemos chiquititas y comenzamos a vivir una vida que no es la que soñamos.
Nuestra autoestima se encoje mientras seguimos buscando aprobación, y si esa aprobación no llega y el camino hacia nuestro sueño se hace mas empinado de lo que pensábamos comenzamos a pensar que es mejor abandonar y tiramos esa toalla preciosa, esa que de verdad nos gustaba, y sacamos del armario una “monda y lironda” toalla blanca; o gris, en el peor de los casos.
Las circunstancias cambian, ya soy una mujer adulta, con mis propios valores, coraje, conocimientos, ilusión y motivación: puede que ayer no fuera capaz de conseguir lo que anhelaba, por el motivo que fuese, pero eso no quiere decir que no lo pueda conseguir hoy.
Aquella frase que escuchamos tantas veces de niñas, aquel “tú no puedes”, se puede llegar a convertir en una excusa para no llevar a cabo lo que deseamos, y entonces, justo en ese momento, estaremos dándole la razón a esa persona que tiene un concepto tan pobre de nosotros. Nos hacemos pequeñitas, no lo intentamos y nos encontramos con lo que se denomina “profecía auto-cumplida”: confirmaremos que no hemos podido.
Decía Henry Ford “Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón.”. En el fondo es cierto: creas la realidad que te crees.
Pese a ser consciente de que tienes las ganas, la capacidad y las cualidades necesarias para lograrlo, tu necesidad de aprobación te frena y sientes que si los demás no creen en ti, si no te apoyan , no vas a poder alcanzarlo.
Haz caso a eso que tienes dentro, a ese sabio interior que te dice que si, que te dejes de “milongas” y te creas que TU-SI-PUEDES.
Respeta las opiniones de los demás, escúchalas porque te pueden aportar puntos de vista muy valiosos, pero deja de tomarlas como una verdad teologal. Dirige tu propia vida porque solo TÚ vas a vivirla.
“Mira cómo lo hago”
La seguridad en mi misma y en mis capacidades es lo que se conoce como autoconcepto, algo que influye tremendamente en todo lo que hago, que depende exclusivamente de lo que yo pienso sobre mi misma y que se refleja en la forma de desenvolverme en los distintos campos de mi vida.
El autoconcepto es un mecanismo que se retro-alimenta: lo que pienso sobre mi misma alimenta la sensación de confianza en mi persona, y las acciones que llevo a cabo desde esa seguridad refuerzan la idea que tengo de mi misma.
Y te preguntarás… ¿Cómo desarrollo la confianza en mi misma? Atreviéndote a practicar tu Asertividad: tu capacidad de, desde el respeto, expresar tus ideas y opiniones sin tener miedo a que los demás puedan pensar de otra forma. Te sorprenderás de los cambios que se generan: descubres que los demás te escuchan, te respetan, te consideran. Quizá antes no lo hacían porque simplemente no te expresabas.
La Asertividad no se refiere solo a grandes opiniones, a grandes decisiones, sino también a pequeños detalles de tu vida. Una de las personas que acuden a mi consulta para aprender a gestionar sus emociones y a salir del bucle en el que se encontraba me contó una anécdota divertida sobre su peculiar práctica de la Asertividad.
Antes, habitualmente en una cafeteria a la que suelo ir pedía un Chai Tea Latte y no me cuestionaba que podían hacerlo a mi gusto; me tomaba el que me preparaban y ya está. Un día al salir de tu consulta entré para tomarme uno y cuando lo iba a pedir pensé¡Qué demonios, voy a ser asertiva!: “Póngame un Chai Tea Latte, con extra de Chai, sin hielo pero la leche de soja bien fría , ¡Ah!, y no le añada agua. “
¡Ohhh.! ¡Qué ricoooo! Era exactamente como yo lo había soñado.
De esa forma tan simple descubrí que muchísimas veces solo tenia que decir lo que quería y cómo lo quería para estar totalmente satisfecha con lo que recibía. Descubrí que para nada me daba igual cómo fuera mi bebida, como yo misma me hacia creer; y que además al camarero le daba lo mismo preparármelo de una forma o de otra.
Fue todo un logro para mi y me siento feliz y poderosa por haberlo intentado.
Prueba a dejar de decir “si” a todo, deja de hacer tuyo lo que opinan los demás sin ni siquiera cuestionarlo y deja de aceptar las cosas tal y como te las ofrecen: seguro que si te paras a pensar siempre preferirías hacer alguna matización.
Por esto, cuando alguien de tu entorno, sea quien sea, incluso tu circulo mas intimo, te digan que tú no eres capaz, que tú nunca lo conseguirás, no te enfades, ese es SU guión, pero tampoco te creas lo que están diciendo, porque lo hacen desde SU PROPIO MIEDO.
Hazte a ti misma el gran favor de responderle:
Observa cómo lo hago. Lo voy a intentar con todas mis fuerzas. Ni tí ni yo sabemos cómo saldrá; podrá salir bien o podrá salir mal. Me encantaría que saliera bien, pero desde luego lo que no quiero es quedarme con las ganas de haberlo intentado. Si no sale bien, lo aceptaré y habré aprendido de la experiencia; si triunfo, lo saborearé; pero nunca, nunca, dejaré de intentar realizar mis sueños.
Por último, recuerda que sin lugar a duda cerca de ti hay alguien con quien un día te cruzaste en su camino y en ese instante su vida cambió para siempre. Cuando te dé por pensar que no eres lo suficientemente buena, ten la certeza de que esa persona te ve como una campeona, como un ejemplo a seguir y siente orgullo de ver la pasión que solo tú pones al hacer lo que te gusta.
Aunque tengas uno de esos días en los que te dedicas a recordarte todo lo que odias de ti misma, a llamarte “de todo menos bonita”, esa persona estará ahí encantada de decirte mil y una cosas que le encantan de ti. Podrás sentirte sola, pero no lo estarás, porque siempre estará a tu lado y de tu lado. Y ¿Sabes lo mejor? Estará allí cuando, por fin, estés lista para dar el salto.
Así que ya sabes, ahora que llega el veranito:
Si vas a tirar la toalla, que sea en la playa.
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