El primer diseño llego al comercio para la década de los 80, pero en los últimos años es cuando vive su pleno apogeo gracias al efecto de maker y su aplicación con éxito en distintos campos.
Nos topamos con esta innovadora tecnología en la industria aeronáutica, más precisamente en las áreas de la automoción, arquitectura, moda e incluso en la cocina. Los expertos calculan que en más o menos tres años las impresoras 3D llegarán a nuestras casas y, al igual que lo haría el Internet o la telefonía móvil, desataran una verdadera renovación para nuestros día a día.
En este artículo quisiera señalar cómo este gran avance tecnológico ha beneficiado al sector sanitario y las conmemorativas historias que se están imprimiendo gracias a él. Como por ejemplo, tenemos la de Isabella, una pequeña niña inglesa de ocho años que, gracias a una ayuda de la compañía E-Nable, ha experimentado por primera vez lo que se siente jugar y abrazar con las dos manos. El vídeo en el que ella recibe el cariño de llamativos colores impreso en 3D pasaría unas semanas en hacerse viral.
Pero la historia y la alegría de Isabella no han quedado solas. En el centro hospitalario Sant Joan de Deu de la ciudad de Barcelona un equipo de cirujanos ensayó la intervención de Marc, un infante de cinco años, con una réplica exacta de su tumor llevada a cabo en 3D, por otro lado en el Reino Unido, el rostro destruido de Stephen Power fue reconstruido exitosamente con esta peculiar manera de impresión.
La cosa se pone mejor cuando nos enteramos que cada día vamos conociendo más casos sorprendentes en los que la ingeniosa tecnología en 3D ha mejorado la vida de muchos pacientes.
Tres innovadores usos de la impresión 3D en medicina
La impresión 3D es usada cada vez más para hacer modelos o réplicas exactas del cuerpo humano que les ayudan a los cirujanos a practicar cirugías complejas en escala real y así adquirir mayor probabilidad de éxito, como en el caso del afortunado Marc.
El campo que quizás se ha beneficiado mas es el de las prótesis e implantes, debido a que la impresión 3D ofrece la oportunidad crear diseños más anatómicos, personalizados y compatibles a un costo moderado. Adicionalmente, hace que en aquellas prótesis movibles se les pueda agregar una mayor naturalidad además de poder añadir robótica y electrónica para mejorar su funcionamiento.
En unos escasos minutos y mediante una imagen de alguna radiografía o resonancia se pueden hacer prótesis personalizadas. Amanda Boxtel tuvo la oportunidad de volver a andar tras estar atada a una silla de ruedas por un poco más de una década, todo por medio de un exoesqueleto creado en 3D. En China, Hanhan, una menor de tres años que padece de hidrocefalia salvaba su vida al trasplantársele un cráneo de titanio generado gracias a esta misma técnica.
Siguiendo los avances con las prótesis y logrando ir más allá en la innovación, el español Juan Monzón ha podido unir dos tecnologías tan eficientes como la impresión 3D y los dispositivos wearables para así fabricar Exovite, una startup basada en la rehabilitación de músculos y huesos.
Su idea, reconocida ya con varios premios, funciona usando las impresoras 3D para crear férulas adaptadas a las características del paciente, que inmovilizan el hueso fracturado añadiendo un sistema de electroestimulación que, vinculado al celucar y a una app propia, llamada Exopad, le ofrece seguir con la rehabilitación desde casa, lo que disminuye en casi un 30 por ciento el periodo de recuperación y los costos laborales.
Un hospital de Zaragoza tendrá la dicha de ser el primero en funcionar con esta innovadora técnica en sus pacientes.
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