Las redes sociales han abierto una ventana a muchas realidades sociales y económicas, y el territorio rural, sus habitantes y los agricultores y ganaderos no han sido ajenos a una herramienta que les permite mostrar y defender el día a día de su realidad.
Subidos a un tractor o posando junto a un burro, la publicación de este tipo de imágenes comienza a ganar terreno en muchos seguidores interesados en el mundo rural.
La ganadera Lucía Velasco muestra su vida en Asturias, algo que comenzó, como muchos, cuando abrió una cuenta de Instagram y que ha acabado en más de 2.700 seguidores en apenas un año.
Su objetivo no era publicitar el mundo rural, sino contar su día a día, explica a Efe, pero el objetivo ha ido cambiando con la buena recepción obtenida, que le ha llevado a detenerse a pensar, antes de subir algo, qué publicar y cuándo publicarlo para que tenga más visibilidad.
CONTAR EL DÍA A DÍA RURAL
Reconoce que el fenómeno de los "influencers" del mundo rural es algo reciente, de los últimos dos años, pero que está aumentando con el paso de los meses.
"Los que no tienen cabras o vacas tienen ovejas y cada vez más gente se anima" con unas publicaciones que al final son más buscadas por los usuarios que viven en ciudades, según la experiencia de Velasco.
Su éxito en redes sociales lo ve como una manera de dar a conocer el campo español, pero reconoce que todavía hay mucho camino por recorrer a la hora de promocionar la vida en la España vaciada.
Además de la visibilidad que logran los particulares, reclama que se dé a conocer desde las escuelas el valor de los productos locales, el bienestar animal, la cultura rural y el origen de aquello que comemos.
"Que sepan de dónde sale todo, porque no lo saben. Un niño no sabe de dónde sale un Actimel", se lamenta Velasco.
Asimismo, a través de las redes muestra las ventajas de vivir en el campo, donde el confinamiento no se ha hecho entre las cuatro paredes de un apartamento, sino en el campo cuidando del ganado, trabajando incluso sin mascarilla al no haber más gente alrededor que sus hijos.
Otro caso es el de Tomy Rohde, como le conocen a través de Twitter sus más de 20.000 seguidores, y que también se muestra en Instagram.
Este agricultor también comenzó como una afición su paso por Internet, y ahora no faltan las publicaciones diarias de "alguien que se fue a vivir al campo, dice muchas burradas y a veces habla de sus cosas agrícolas".
FALTA DE VISIBILIDAD EN EL CAMPO
A su criterio, la falta de visilibidad del campo es fruto de "una pirámide de desencuentros".
"Incluso desde la educación cuando nos decían si no vales para estudiar trabajarás en el campo a modo de amenaza, era y es un estigma más que echa raíces en la juventud, empezando desde la educación y terminando por políticas de hecho y no de boquilla, es lo que haría falta", explica a Efe.
Enfatiza que el campo es cultura y "los agricultores son artistas de la tierra", por lo que hay que concienciar de ello a toda la sociedad.
Pese a este aumento de interés por el mundo rural, no cree que se traduzca en más gente yendo a vivir al campo, ya que todavía se ve como algo estacional propio de vacaciones.
"Si no, no existiría la mal llamada España vaciada. La vida rural es dura; tanto en un pueblo como en mitad del campo. Pero es gratificante porque aquí conoces a tus vecinos sin necesidad de estar confinado como hemos visto estos meses", alega, aunque reconoce que, por dedicarse precisamente a la agroalimentación, el trabajo "no ha parado".
Aparte de la visibilidad, reclama que se traduzca en que "paguen bien" por los productos, salarios dignos y sin explotar en demasía la tierra.
LOS JÓVENES TAMBIÉN TRIUNFAN
Pero las redes sociales no solo están manejadas por los adultos: los niños también ganan terreno.
Es el caso de Miquel Montoro, un mallorquín de 14 años que revolucionó Internet con sus vídeos de Youtube e Instagram (hasta 742.000 seguidores) sobre la comida en su localidad y los animales con los que compartía su día a día.
Sus cuentas en redes sociales comenzaron con el objetivo de dar a conocer el campo, que está "muy poco valorado", y las plantea como una invitación a sus seguidores para que experimenten una jornada en este entorno y para que valoren los productos locales.
Precisamente, reclama el poco peso de los productos de kilómetro 0 en comparación con otros productos "baratos ultraprocesados" y aboga por el consumo de esos productos más saludables.
"Yo quiero que la gente tome productos locales para ayudar a nuestros agricultores, ganaderos y granjeros de todo el mundo", sentencia.
Su confinamiento lo ha vivido en casa, como el resto, pero reconoce que ha podido salir al no haber tanta gente en su entorno.
"Siempre que he podido me he quedado en casa. Solo he salido para lo necesario, y la verdad es que este confinamiento he estado en el campo y no he parado de trabajar", razona Montoro, quien valora su vida en el campo como un alivio ante el "estrés" que le supondría estar "encerrado" en la ciudad.
"He tenido una gran suerte por estar en el campo en este confinamiento", concluye.
Carlota Ciudad
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