Aunque también hay quien piensa que esto no tiene nada que ver con la memoria, si no con el interés: Algo que he defendido siempre es que el nombre de una persona no significa nada.
No hay memoria sin conexión
Cuando recuerdas a un individuo, puedes conectarlo a una imagen si le viste haciendo algo, o a un olor o sensación. Algo que interiorizaste en ese momento usando alguno de tus sentidos. Y esa persona podrá quedar ligada a esa sensación en tu memoria, porque tiene un significado. ¿Pero el nombre? No describe a la persona, sus rasgos o la situación en la que la conociste. Y por eso es tan fácil olvidarlo, y tan complicado unirlo a un recuerdo de un individuo.
Lo mismo pasa si entrenas habitualmente, si realizas tus ejercicios como parte de una rutina diaria. No importa el deporte. Puedes recordar algún evento concreto porque sucediera algo fuera de lo normal, pero te será difícil recordar el número de repeticiones, kilómetros o minutos de los ejercicios de ayer. O de los de anteayer o de los del 25 de marzo.
Y si no recuerdas lo que hiciste… ¿Cómo puedes compararlo con lo que has hecho hoy? ¿O con lo que hacías hace cuatro años? Tendrás sensaciones de que vas mejorando o te parecerá que todo es igual y no avanzas. Te frustrarás y abandonarás porque no ves resultados. Y, si lo miras de forma objetiva, no sabes si eso es cierto.
Yo guardo cientos de registros de entrenamientos
Busca una solución a esto, la solución más simple: Lleva un registro de entrenamientos. Apunta lo que has hecho, los tiempos y distancias. Ve un paso más allá y además de los datos numéricos, escribe una o dos líneas breves sobre tus sensaciones e impresiones mientras hacías ejercicio.
Guarda tus registros de entrenamientos y, al cabo de unos años, compara con los de ese momento: Los resultados serán increíbles. Buenos o malos, según el esfuerzo que estés poniendo en tu actividad en ese momento. Pero al menos, verás resultados.