Y si la vida es un viaje en tren
quédate solo con las personas que se suben
y no se bajan jamás,
por mucho que el vagón descarrile,
por más que las vías se estrechen
y parezca que el estino se resiste a llegar.
Con las que sean estación
y parada a la vez,
con las que las risas se confundan con las campanillas que suenan antes de marchar,
con las que sin haberte movido sientas que has llegado,
que estás en casa
y el frío no se nota ya,
con las que las lágrimas se evaporen como el humo que dibuja estelas al arrancar,
que hagan de las nubes apenas un espejismo
y que sea solo el sol el que se refleje en tu cristal.
Con las que los abrazos parezcan asientos en los que acomodarse y echarse a dormir,
que sus ojos velen nuestros sueños
y sepan darle significado a la palabra feliz,
con las que consigan que unos latidos sean la banda sonora de una vida,
la tuya,
la suya,
la vuestra,
las que te vistan el alma de domingo
y te hagan sentir como nunca,
nadie,
lo hizo.
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