Te propongo algo simple: encontrar acciones de gestación partiendo de tus propios recursos. Al principio se siente extraño y forzado. Como todo cambio que afecta a nuestras creencias. Luego, la acción te transforma y va perdiendo impostura. Se siente más natural.
Voy a desarrollar en tres pasos cuál puede ser el comienzo de tu plan A y luego, en las dos semanas siguientes de este programa, voy a desarrollarlo para que puedas armar un panorama claro de la ruta que querés seguir. ¿Empezamos?
1- Claridad de propósitos.
Nunca voy a cansarme de repetir lo importante que es tener un propósito claro y alineado con tus valores y estilo de vida. Seguramente ya lo leíste más de una vez en Intensional. Es una fórmula tan simple en apariencia que termina siendo engañosa. Voy a explicarte por qué.
En una sociedad que valora la coherencia y la estabilidad, animarte a pronunciar tu deseo de cambiar –mudar de propósito- supone un desafío. Si este anhelo de “más” no es el primero en tu biografía… ¿necesito contarte cómo reaccionan quienes te rodean? Difícil ¿verdad? Sin embargo, el cambio es una de las pocas leyes invariables de la naturaleza y pretender la inmutabilidad casi un gesto de necedad.
La pretensión del cambio desestabiliza a tu entorno porque pone en duda las certezas que se logran trabajosamente y se sostienen a fuerza de cerrar los ojos y no mirar para los costados. Con este contexto poco favorable, buscar tu propósito puede transformarse en una carrera de obstáculos. Al pretender ser clara y firme en tus metas, se confunden deseos propios, expectativas familiares, condicionantes de tu grupo social y la inercia de otros círculos cerrados de pertenencia.
En general, los seres humanos actuamos en consonancia con las creencias y conductas afines a las personas más cercanas a nosotros. Nuestros tres vínculos más íntimos condicionan la forma en que vemos el mundo y actuamos en él.
Rodeada de personas felices y apasionadas de su vida, vas a sentir la necesidad de vivir estas mismas emociones. Ahora, rodeada de quienes se conforman con la estabilidad de lo predecible para crear una imagen de coherencia inmutable…difícilmente vas a animarte a diseñar un propósito que cambie radicalmente tu forma de ser y estar en el mundo. Aunque ese cambio sea necesario para vos.
Para diseñar tu plan no solo tenés que luchar con tus propias resistencias sino con las ajenas. ¿Qué mejor abono para tu impostora?Quiero que pienses en la siguiente sugerencia sin oponer “peros”: ocasionalmente y para definir el camino que vale la pena recorrer, es necesaria la soledad. El retiro, si te gustan las figuras del lenguaje. Esto no significa que te encierres en una cueva a vivir de raíces pero bien podés tomarte un fin de semana de completa y “egoísta” soledad. Sin nadie más. Sin teléfono. Sin internet y a solas con vos misma.
Obviamente te va a parecer irrealizable. No se puede: que la pareja, que los hijos, que el almuerzo familiar de los domingos… Excusas. Si realmente querés 48 horas de soledad, podés conseguirlas. Recién entonces, cuando estés sola con tus pensamientos, dale forma al propósito que te movilice. Y no tiene que ser una visión “porsiemprista” –esa idea ridícula de que todo tiene que ser eterno- sino una visualización de qué querés hacer en los próximos cinco o diez años de tu vida.
No me digas nada…querés una fórmula más simple. Te la ofrezco. Hacerte la pregunta adecuada en el momento justo puede ser revelador. Si estás en tus 48 horas de soledad y estás buscando tu camino como emprendedora en el mundo laboral, podés preguntarte qué harías aunque no te pagaran por eso. O más específico aún ¿a qué te dedicarías si no tuvieras que pensar –ni por un segundo- en el dinero para pagar tus cuentas? Si tus emprendimientos son otros, tu pregunta reveladora puede adquirir diversas formas pero básicamente se remite a una formulación válida en casi todos los casos: ¿qué iniciarías hoy mismo si no tuvieras miedo?
Te cuento una última cosita, si vos no te tomás este respiro para darle aire a tus necesidades, no sería de extrañar que tu cuerpo se lo tome por vos. Esa gripe que te mantiene aislada de la rutina cotidiana puede ser el resultado de una mojadura extraordinaria pero también una advertencia a gritos de tu necesidad de retiro. No lo ignores tomando antigripales. Sosegá el ritmo y participá de tus tres días de descanso. La fiebre es molesta pero puede ser el momento de más de una revelación.
2- Dar el primer paso.
La reflexión es un ejercicio necesario. Procesar tus creencias limitantes y las limitaciones en tus patrones de conducta es el punto de partida de un cambio que verdaderamente impacta en tu vida. Ahora… que la reflexión y el análisis intelectual se transforme en tu forma de evadir los siguientes pasos, no es màs que una manifestación del poder de tu impostora.
Es un caso tan habitual que podría considerarse un lugar común: mujeres talentosas e inteligentes que dedican toda su energía a la exégesis de sus emociones y en este análisis perpetuo pierden la oportunidad de dar el primer paso. Sin duda, el más difícil. Porque, creéme, soy una defensora de la fluidez pero en algún momento tu propósito, tu voluntad y tus acciones tienen que alinearse para darle forma al proyecto que anhelás gestar.
No quiero cometer la tontería de pedirte que le pongas un lapso limitado de tiempo a tu proceso interior pero…establecer un marco de referencia temporal para cada paso de tu plan A, puede ser una forma de incentivarte a encontrar los recursos internos que te ayuden a definir tu hoja de ruta y dar los primeros pasos.
¿Querés un parámetro tangible? Cuatro semanas. Es un mes en el que podès permitirte divagar, perderte, blasfemar, llorar, bajar hasta las profundidades pero después…necesariamente tenés que emerger. ¿Viste lo que dicen de “caer bajo”? Llega un momento en el cual la única posibilidad es emerger. Salir de la cueva, buscar un poco de luz del sol.
Podés horrorizarte con la propuesta. Puede parecerte poco tiempo. Sin embargo, si algo me enseñó observarme a mí misma es que si no querés estar lista, nunca vas a estar lista. Ni en cuatro ni en seis ni en cuarenta semanas. Establecer un umbral te ayuda a dimensionar el valor real y finito de tu tiempo. A comprender que el mejor momento para iniciar tu proyecto siempre es ahora. De pronto no es la instancia de la notoriedad o del éxito pero sí el momento de establecer las bases para que tu proyecto crezca sólido. Como el bambú, ¿recordás la anécdota?
Después de tus cuatro semanas de abandono al devenir de tu mente, establecé un segundo plazo: el de dar el primer paso. Puede ser una acción tan sencilla y banal como tramitar una tarjeta de crédito internacional (fue mi primer paso en uno de los caminos que quiero recorrer). De pronto parece una nimiedad pero si mi objetivo es vender formación y preparar programas online, mínimamente necesitaba una cuenta en Pay Pal…
Este primer paso es simbólico y establece un ritual de iniciación en tu emprendimiento. Elegilo con calma, que sea lo suficientemente importante como para recordarte tu propósito. Que requiera de tu fuerza de voluntad o quizás una inversión financiera que te comprometa a participar: contratar un diseñador gráfico para tu blog, crear tu tienda online. También puede ser ir al médico, despedirte de esa persona que es un vínculo tóxico en tu vida o hacer tu plan de negocio, determinar tu cliente ideal y abrir una fanpage… Vos sabés mejor que yo cuál puede ser este primer paso para vos.
3- Hacé lo que te aterroriza.
Sí. Lo que más te aterrorice. Empeñate en una tarea o situación que te genere altos niveles de estrés. No del estrés que deviene de forzar nuestro propio organismo anti-naturalmente sino de ese estrés que es un reflejo de la adrenalina liberada en las situaciones de emergencia. Lamento abundar en ejemplos personales, quiero que asumas que tienen un valor ilustrativo en el proceso de comprensión de cada punto. Voy a contarte entonces, mi mayor desafío en los últimos meses.
Uno de mis grandes terrores es la exposición pública. Tengo alergia a la notoriedad y prefiero que me claven mil aguijones a ser “demasiado visible”. No es una limitación actual. Siempre fue así. A esta mujer le provoca ansiedad ser vista. Sin más. Pues hace poco me atreví a una entrevista en línea. La acción más insólita que se pudiera esperar de mí. Pensé en rechazarla. Sin embargo, sabía que en algún momento tenía que enfrentar el asunto de que me vean aunque no me guste… Puede parecer una simpleza. Para mí fue un logro.
¿Cuál es tu propio miedo? ¿El que más te anula? ¿Pensaste que puede ser tu forma de huir del éxito? Lo liberador de enfrentar un temor es que pierde su carácter sagrado. Hoy, estoy pensando en un webinar y si todavía no lo hice es porque necesito preparar a mi comunidad de lectoras para que se sienta natural y formen parte de la experiencia. ¿Quién lo diría? Hace seis meses me habría descostillado de risa ante la propuesta.
Haceme caso. Salí a la calle enfrentá alguno de tus miedos. Es liberador. Y si querés saber si este programa es para vos, te invito a que te suscribas. Quizás sea tu primer paso.