No tengo buenas fotografías. Entre los papeleos que he estado rellenando, los viajes a la universidad y andar continuamente con prisas apenas he sacado la cámara de casa, aunque mi querido móvil siempre me acompaña y voy dejando algún que otro pedazo de ciudad por instagram. La fotografía de cabecera la hice ayer desde mi cuarto, tengo vistas a una casita abandonada adorable con ventanas y puertas tapiadas, así que no tengo que preocuparme de miradas curiosas. Sorprendentemente hasta hace dos días tuvimos solazo y sólo ha llovido un par de veces a ratos cortos (:
Para hacer la entrada más llevadera voy a hacer un top ten de cosas curiosas o divertidas y al final os enseño algunas fotos, que se que os molan. Allá voy.
1. ¿Erasmus = Siempre de fiesta en fiesta? Pues no lo sé, llevo muy poco tiempo aquí. Aún no han empezado las clases y se sale bastante, yo no soy nada fiestera pero por unas cosas u otras he acabado en dos. La gracia es que las organiza la universidad, por lo menos las de esta semana de bienvenida.
2. Hace frío. El otoño llegó cuando me bajé del avión, ya he sacado los jerséis y el abrigo de plumas. Adoro esta temperatura, aunque ando con miedo de que llegue diciembre con su frío norteño y tenga que salir como una cebolla a la calle.
3. Aquí no saben lo que es un grifo único. Todos los lavabos tienen dos grifos, uno para el agua caliente y otro para el agua fría, así que hay que escoger entre lavarse las manos con agua del polo norte o con agua hirviendo. No veáis como quema el grifo rojo, me quedo con el agua glaciar.
4. Tampoco conocen las persianas. Yo estoy acostumbrada porque no suelo dormir nunca con la persiana bajada, pero hay gente que se despierta todos los días a las seis y pico de la mañana cuando sale el sol. Pobrecicos.
5. Sobredosis de nombres. Se conoce a mucha gente nueva y de países muy distintos. En mi apartamento de la residencia estamos quince personas compartiendo baños, cocina y salón. Somos todos de diferentes países y es imposible recordar cada uno de los nombres (y es que también hay nombres muy raros).
6. Belfast no es ciudad de edificios altos. La zona donde vivo son todo casitas de dos pisos con su puerta de color chillón y su porche. Por el centro hay pisos más altos pero no tienen más de cuatro o cinco plantas. Me encanta.
7. La gente es muy amable. El primer día que bajé con unas compañeras al centro preguntamos por un supermercado, un Aldi. Una mujer nos dijo que no sabía donde estaba y siguió su camino. A los cinco minutos volvió a buscarnos porque lo había encontrado (aunque al final resultó ser una tienda de zapatos con el mismo nombre).
8. Hablando de supermercados... es desesperante ir a comprar, tienen sabores de chocolates rarísimos y miles de tipos de tartas y patatas fritas, pero no he encontrado unas tristes lentejas. Ni sopa, ni yogures sin tropezones, ni quitaesmaltes. Como curiosidad, en todos los supermercados la zona de las bebidas alcohólicas está separada del resto con una valla.
9. Las ardillas no quieren compañía humana. Me hizo mucha ilusión ver una por primera vez en las ramas de un árbol, pero a ella no le hizo tanta gracia verme a mi con el móvil dispuesta a sacarle una foto. Me empezó a tirar piñas.
10. Si por algún casual te separas de tu grupo español es imposible quedarte sola. La segunda noche perdí a mis amigos en un pub y en menos de un minuto estaba sentada con un grupo de chicos de Malasia, hablando y haciéndonos fotos. Todo muy weird.
Todavía queda mucha ciudad que patear y muchos alrededores que excursionear. Por el momento mi experiencia en Belfast está llena de "me encantas": Me encantan sus parques llenos de verde, sus casas con puertas variopintas, sus pubs y cafeterías con encanto, sus murales y pedazos de arte urbano, me encanta que sea gratis la entrada a los museos y me encanta su gente.
See you later, kittens!